miércoles, 10 de septiembre de 2014

Tú eres el más triste, por ser el más querido




DELMIRA AGUSTINI
(Uruguay, 1886-1914)

MIS AMORES

Hoy han vuelto.
Por todos los senderos de la noche han venido
A llorar en mi lecho.
¡Fueron tantos, son tantos!
Yo no sé cuáles viven, yo no sé cuál ha muerto.
Me lloraré yo misma para llorarlos todos.
La noche bebe el llanto como un pañuelo negro.

Hay cabezas doradas a sol, como maduras...
Hay cabezas tocadas de sombra y de misterio,
Cabezas coronadas de una espina invisible,
Cabezas que sonrosa la rosa del ensueño,
Cabezas que se doblan a cojines de abismo,
Cabezas que quisieran descansar en el cielo,
Algunas que no alcanzan a oler a primavera,
Y muchas que trascienden a las flores de invierno.

Todas esas cabezas me duelen como llagas...
Me duelen como muertos...
¡Ah!... y los ojos... los ojos me duelen más: son dobles!...
Indefinidos, verdes, grises, azules, negros,
Abrasan si fulguran,
Son caricias, dolor, constelación, infierno.

Sobre toda su luz, sobre todas sus llamas,
Se iluminó mi alma y se templó mi cuerpo.
Ellos me dieron sed de todas esas bocas...
De todas estas bocas que florecen mi lecho:
Vasos rojos o pálidos de miel o de amargura
Con lises de armonía o rosas de silencio,
De todos estos vasos donde bebí la vida,
De todos estos vasos donde la muerte bebo...
El jardín de sus bocas venenoso, embriagante,
En donde respiraba sus almas y sus cuerpos,
Humedecido en lágrimas
Ha rodeado mi lecho...

Y las manos, las manos colmadas de destinos
Secretos y alhajadas de anillos de misterio...
Hay manos que nacieron con guantes de caricia;
Manos que están colmadas de la flor del deseo,
Manos en que se siente un puñal nunca visto,
Manos en que se ve un intangible cetro;
Pálidas o morenas, voluptuosas o fuertes,
En todas, todas ellas, puede engarzar un sueño.

Con tristeza de alma,
Se doblegan los cuerpos
Sin velos, santamente
Vestidos de deseo.

Imanes de mis brazos, panales de mi entraña
Como a invisible abismo se inclinan a mi lecho...

¡Ah, entre todas las manos yo he buscado tus manos!
Tu boca entre las bocas, tu cuerpo entre los cuerpos,
De todas las cabezas yo quiero tu cabeza,
De todos esos ojos, ¡tus ojos solos quiero!
Tú eres el más triste, por ser el más querido,
Tú has llegado el primero por venir de más lejos...

¡Ah, la cabeza oscura que no he tocado nunca
Y las pupilas claras que miré tanto tiempo!
Las ojeras que ahondamos la tarde y yo inconscientes,
La palidez extraña que doblé sin saberlo,

Ven a mí: mente a mente;
Ven a mí: ¡cuerpo a cuerpo!

Tú me dirás qué has hecho de mi primer suspiro,
Tú me dirás qué has hecho del sueño de aquel beso...
Me dirás si lloraste cuando te dejé solo...
¡Y me dirás si has muerto!...

Si has muerto,
Mi pena enlutará la alcoba lentamente,
Y estrecharé tu sombra hasta apagar mi cuerpo,
Y en el silencio ahondado de tiniebla,
Y en la tiniebla ahondada de silencio,
Nos velará llorando, llorando hasta morirse
Nuestro hijo: el recuerdo.
**
BOCA A BOCA

Copa de vida donde quiero y sueño
Beber la muerte con fruición sombría,
Surco de fuego donde logra Ensueño
Fuertes semillas de melancolía.

Boca que besas a distancia y llamas
En silencio, pastilla de locura
Color de sed y húmeda de llamas...
¡Verja de abismos es tu dentadura!

Sexo de un alma triste de gloriosa;
El placer unges de dolor; tu beso,
Puñal de fuego en vaina de embeleso,
Me come en sueños como un cáncer rosa...

Joya de sangre y luna, vaso pleno
De rosas de silencio y de armonía,
Nectario de su miel y su veneno,
Vampiro vuelto mariposa al día.

Tijera ardiente de glaciales lirios,
Panal de besos, ánfora viviente
Donde brindan delicias y delirios
Fresas de aurora en vino de Poniente...

Estuche de encendidos terciopelos
En que su voz es fúlgida presea,
Alas del verbo amenazando vuelos,
Cáliz en donde el corazón flamea.

Pico rojo del buitre del deseo
Que hubiste sangre y alma entre mi boca,
De tu largo y sonante picoteo
Brotó una llaga como flor de roca.

Inaccesible... Si otra vez mi vida
Cruzas, dando a la tierra removida
Siembra de oro tu verbo fecundo,
Tú curarás la misteriosa herida:
Lirio de muerte, cóndor de vida,
¡Flor de tu beso que perfuma al mundo!
**
LAS ALAS

Yo tenía...¡dos alas!

Dos alas,
Que del Azur vivían como dos siderales
¡Raíces!
Dos alas,
Con todos los milagros de la vida, la Muerte
Y la ilusión. Dos alas,
Fulmíneas
Como el velamen de una estrella en fuga;
Dos alas,
Como dos firmamentos
Con tormentas, con calmas y con astros...
¿Te acuerdas de la gloria de mis alas?...

El áureo campaneo
Del ritmo; el inefable
Matiz atesorando
El Iris todo, mas un Iris nuevo
Ofuscante y divino,
Que adorarán las plenas pupilas del Futuro
(Las pupilas maduras a toda luz!...) el vuelo...

El vuelo ardiente, devorante y único,
Que largo tiempo atormentó los cielos,
Despertó soles, bólidos, tormentas,
Abrillantó los rayos y los astros;
Y la amplitud: tenían
Calor y sombra para todo el Mundo,
Y hasta incubar un más allá pudieron.

Un día, raramente
Desmayada a la tierra,
Yo me adormí en las felpas profundas de este bosque...
Soñé divinas cosas!...
Una sonrisa tuya me despertó, paréceme...
¡Y no siento mis alas!...
¿Mis alas?...

-Yo las vi deshacerse entre mis brazos...
¡Era como un deshielo!
**
Imagen: Auguste Rodin: La Danaïde.

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char