sábado, 25 de octubre de 2014

Es como no haber aprendido nada

MARÍA MASCHERONI

(Buenos Aires, Argentina, 1958)

adónde ir?
de todos modos, cada dos por tres, cada tanto
caerá un pichón de alas recientes a mi paso
devorado por la vigilia absorta del mundo



                                                                                 *

la cosa le llega a uno como caída del cielo
y se tiene siempre presente el peligro
no voy a resumir
veo carreteras saludando nuestra pequeña desgracia como a un comienzo
y dejo a los tiempos seguir su curso, animados
permanezco en esta página convertida en camposanto
en cuna
y de pronto ya no importa y canto una alabanza en voz bajita
olvido el orden de los nacimientos me descalzo y otra vez miramos a los ojos
 y preparamos el vino
y empezamos la fiesta como pichones acosados de esperanza

                                                           

                                                                               *

el sol vuelve a ponerse sobre las inteligencias
otra vez es verano
y avanzamos hacia el producto numeroso de la tierra
*

padre mío
has quedado en tumba ajena alada y animal
así estremecidos ceremonias y usos
con la generosidad de otra especie la calma parece acercarse

empecinado fuiste y tus hijos

el cuerpo de un pájaro concentra todos tus cantos
y las patas quebradas
a esta tumba -no es altar- vuelvo a llevar mis flores tardías

conozco el lugar    con mis manos fue cavado
con las manos de todos nosotros fue cavado
es que cavamos
para tener donde hincarnos    persignar
para bajar las cabezas y quedarnos sin padre

en este suelo -por dos siglos herido- cada tumba se levanta
borde piadoso y bullente de la tierra alzada
*
es como no haber aprendido nada
encolumnados de este modo en las desapariciones
violentos y vedados vástagos crecen por doquier
dejan su semilla aún entre las piedras y la arena
y cómo tratar tanta insolencia y bravura

es la narración que no termina
sin maestros en esta historia de hijos cansados

sólo un pequeñísimo pájaro en lugar del paso próximo
extinto    cantando para sí

como los nuestros

De El cansancio de los hijos, Hilos Editora, Buenos Aires, 2011

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char