domingo, 9 de noviembre de 2014

El borracho quisiera una mujer borracha

Cesare Pavese 
(Santo Stefano Belbo, 1908-Turín, Italia, 1950)


"Todo el problema de la vida es éste: cómo romper la propia soledad, cómo comunicarse con otros."
Cesare Pavese


Disciplina

Los trabajos comienzan al alba. Pero nosotros comenzamos
un poco antes del alba a encontrarnos a nosotros mismos
en la gente que va por la calle. Cada uno recuerda
que está solo y tiene sueño, descubriendo los raros
transeúntes - cada cual fantaseando a solas,
porque sabe que al alba abrirá bien los ojos.
Cuando llega la mañana nos encuentra estupefactos
mirando el trabajo que ahora comienza.
Pero no estamos más solos y nadie tiene sueño
y pensamos con calma los pensamientos del día
hasta sonreír. En el sol que regresa
estamos todos convencidos. Pero a veces un pensamiento
menos claro -una sonrisa burlona- nos toma de improviso
y volvemos a mirar como antes de que saliera el sol.
La ciudad clara asiste a los trabajos y a las sonrisas burlonas.
Nada puede temer la mañana. Todo
puede suceder y basta alzar la cabeza
del trabajo y mirar. Muchachos fugitivos
que no hacen todavía nada caminan por la calle
y alguno hasta corre. Las hojas de las avenidas
arrojan sombra sobre la calle y solo falta la hierba
entre las casas que asisten inmóviles. Muchos
en la orilla del río se desvisten al sol.
La ciudad nos permite alzar la cabeza
para pensarlo, y sabe bien que después la inclinamos.

Versión de J. Aulicino
**
Disciplina antigua
Los borrachos no saben hablar a las mujeres
y se han dispersado; nadie les quiere.
Van despacio por la calle, la calle y los faroles
no tienen fin. Alguno da paseos más largos:
pero nada hay que temer, al día siguiente regresan a
casa.
El borracho que se dispersa se imagina con mujeres
-los faroles son siempre los mismos y las mujeres,
por la noche,
son siempre las mismas-; ninguna le escucha.
El borracho argumenta y las mujeres no quieren.
Estas mujeres que ríen son el tema de su plática:
¿por qué ríen tanto las mujeres o gritan, si lloran?
El borracho quisiera una mujer borracha
que escuchase sumisa. Pero éstas le ensordecen:
“Para tener un hijo, debes pasar por nosotras”
El borracho se abraza a un compañero borracho,
que esta noche es su hijo, no nacido de aquellas.
¿Cómo una mujercita que llora y chilla
podría hacerle un hijo compañero? Si el otro está
ebrio,
en su andar bamboleante ni se acuerda de las
mujeres
y los dos avanzan en paz. El hijito que importa
no ha nacido de mujer -también él
sería una mujer. Él anda con el padre y discute:
los faroles le duran toda la noche.


Versión s/d
**
Imagen: Mark Rothko

No hay comentarios:

Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char