(Santo Stefano Belbo, 1908-Turín, Italia, 1950)
"Todo el problema de la vida es éste: cómo romper la propia soledad, cómo comunicarse con otros."
Cesare Pavese
Disciplina
Los trabajos comienzan al alba. Pero nosotros comenzamos
un poco antes del alba a encontrarnos a nosotros mismos
en la gente que va por la calle. Cada uno recuerda
que está solo y tiene sueño, descubriendo los raros
transeúntes - cada cual fantaseando a solas,
porque sabe que al alba abrirá bien los ojos.
Cuando llega la mañana nos encuentra estupefactos
mirando el trabajo que ahora comienza.
Pero no estamos más solos y nadie tiene sueño
y pensamos con calma los pensamientos del día
hasta sonreír. En el sol que regresa
estamos todos convencidos. Pero a veces un pensamiento
menos claro -una sonrisa burlona- nos toma de improviso
y volvemos a mirar como antes de que saliera el sol.
La ciudad clara asiste a los trabajos y a las sonrisas burlonas.
Nada puede temer la mañana. Todo
puede suceder y basta alzar la cabeza
del trabajo y mirar. Muchachos fugitivos
que no hacen todavía nada caminan por la calle
y alguno hasta corre. Las hojas de las avenidas
arrojan sombra sobre la calle y solo falta la hierba
entre las casas que asisten inmóviles. Muchos
en la orilla del río se desvisten al sol.
La ciudad nos permite alzar la cabeza
para pensarlo, y sabe bien que después la inclinamos.
Versión de J. Aulicino
**
Disciplina antigua
Los borrachos no saben hablar a las mujeres
y se han dispersado; nadie les quiere.
Van despacio por la calle, la calle y los faroles
no tienen fin. Alguno da paseos más largos:
pero nada hay que temer, al día siguiente regresan a
casa.
El borracho que se dispersa se imagina con mujeres
-los faroles son siempre los mismos y las mujeres,
por la noche,
son siempre las mismas-; ninguna le escucha.
El borracho argumenta y las mujeres no quieren.
Estas mujeres que ríen son el tema de su plática:
¿por qué ríen tanto las mujeres o gritan, si lloran?
El borracho quisiera una mujer borracha
que escuchase sumisa. Pero éstas le ensordecen:
“Para tener un hijo, debes pasar por nosotras”
El borracho se abraza a un compañero borracho,
que esta noche es su hijo, no nacido de aquellas.
¿Cómo una mujercita que llora y chilla
podría hacerle un hijo compañero? Si el otro está
ebrio,
en su andar bamboleante ni se acuerda de las
mujeres
y los dos avanzan en paz. El hijito que importa
no ha nacido de mujer -también él
sería una mujer. Él anda con el padre y discute:
los faroles le duran toda la noche.
Versión s/d
**
Imagen: Mark Rothko
No hay comentarios:
Publicar un comentario