miércoles, 4 de febrero de 2015

Gracias a Dios el tiempo no tiene sentido

Esther Dischereit
Tomada de casabello.gob.ve

(Heppenheim-Alemania, 1952)

Llueve en invierno sin olor a vapor de tierra
ni a trasudor del asfalto
cintas que pasan por el cielo se tienden
sobre la ropa y las conversaciones
como perlas sobre piel ajada
hasta que la noche se revuelque en mi mañana
entonces tomo té caliente muy caliente
yo ando con los árboles y las calles
los nevosos charcos de agua
como si desde siempre hubiera caminado en tinieblas
Ojeo un libro congelado.
Las palabras no quieren salir
Por eso les doy un hálito
las froto un poco – ahí, donde están en el fondo
Traslucen por su sarcófago de vidrio
Cuando las llevo a la boca mis labios se rajan por ellas
hasta quedar rojos, ardientes, hinchados
entonces puedo comer las palabras
Me voy a dormir en el tiempo
me acomodé en él y me cubrí con él
tengo tiempo para regalar pues me sobra el tiempo
corto en tajadas mi tiempo y se lo doy a los pobres
lo comparto
gracias a Dios el tiempo no tiene sentido.
**
Año 52

El cuarto es mi país.
Hablo alemán
con mi máquina de escribir
Un pedazo al margen
El cuarto es mi país.
**
Luna y azul

Cuando la luna comienza a arder
pierdo mis zapatos
Se me van los ojos
suave crepitan las sábanas
Con fondo azul y verdes
flores
me ahogo.
Polvo cae sobre mi cabello.                     
              
Traducciones de Jona y Tobías Burghard.

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char