PAUL ÉLUARD
(Francia, 1895-1952)
De Capitale de la douleur
El espejo de un momento
Disipa el día,
Muestra a los hombres las imágenes desligadas de la apariencia,
Quita a los hombres la posibilidad de distraerse,
Es duro como la piedra,
La piedra informe,
La piedra del movimiento y de la vista,
Y tiene tal resplandor que todas las armaduras y todas las máscaras
quedan falseadas.
Lo que la mano ha tomado ni siquiera se digna tomar la forma
de la mano,
Lo que ha sido comprendido ya no existe,
El pájaro se ha confundido con el viento,
El cielo con su verdad,
El hombre con su realidad.
Versión de Aldo Pellegrini
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Íntimas
Te deslizas en la cama
De leche helada tus hermanas las flores
Y tus hermanos los frutos
Por el rodeo de sus estaciones
En la aguja iridisada
En la cadera que se repite
Tus manos tus ojos y tus cabellos
Se abren a los crecimientos nuevos
Perpetuos
Espera espera espera
Que vas a sonreírte
Por primera vez
Espera
Que vas a sonreírte
Para siempre
Sin pensar en morir.
Versión s/d
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De L'amour la poèsie
12. La mentira que amenaza las tenaces y arriesgadas astucias
Las bocas al fondo de los pozos los ojos al fondo de las noches
Las súbitas virtudes las redes que se arrojan al azar
Los deseos de inventar ardides admirables
Las guadañas las trampas entre los cuerpos entre los labios
Las paciencias macizas las impaciencias calculadas
Todo lo que se impone y reina
Entre la libertad de amar
Y la de no amar
Todo lo que tú desconoces.
**
21. Nuestros ojos intercambian su luz
Su luz y el silencio
Hasta no reconocerse
Hasta sobrevivir a la ausencia.
Versiones de Manuel Álvarez Ortega
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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char
No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char
René Char
No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char
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