sábado, 19 de septiembre de 2015

La mansa onda de las eternas miradas

GUILLAUME APOLLINAIRE

(De nombre real Wilhelm Apollinaris de Kostrowtizky; Roma, Italia, 1880-París, Francia, 1918)

El puente Mirabeau

Bajo el puente de Mirabeau fluye el Sena
y nuestros amores
es preciso recordarlo
la alegría llegaba siempre tras la pena

llega la noche suena la hora
los días pasan yo me quedo

cogidos de las manos estamos cara a cara
mientras que bajo el puente
de nuestros brazos pasa
la mansa onda de las eternas miradas

llega la noche suena la hora
los días pasan yo me quedo

el amor se va como esta agua corriente
el amor se va
qué lenta es la vida
y qué violenta es la Esperanza

llega la noche suena la hora
los días pasan yo me quedo

pasan los días pasan las semanas
ni el pasado
ni los amores vuelven

bajo el puente de Mirabeau fluye el Sena
llega la noche suena la hora
los días pasan yo me quedo.

(G. Apollinaire. Obra completa en poesía. T. I. Ed. bilingüe. Trad. González Boto. Barcelona: Ediciones 29, 1980)

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char