Tomada de Facebook |
(Santa Fe, Argentina, 1974)
Camino con un palo
esa costumbre de arrastrar algo.
Lo agarro, firme, no preciso apoyarme, corto el aire
ni sable ni bastón, porción de un sauce, lánguido.
No es compañero, con un palo no se dialoga,
se acciona, se orillea para tantear el fondo
se da vuelta algún pescado o lo que queda de él.
Lejos del agua adquiere la rigidez de lo seco
fricción incapaz de crear siquiera chispas
apenas rasguños.
Aireo las palmas, descanso mi tacto
lo paso de una mano, a la otra.
Dejo de mirar la trayectoria ocasional
capricho de andar sin rumbo.
Tedio, molestia, liviandad que sobra
distrae, me enoja.
Me detengo, los pies desde arriba
ni izquierdo ni derecho, juntos
trazo con el palo un círculo
se quiebra, lo suelto:
este es mi mundo.
**
Los dedos se tensaban
hubiese querido tener más piel
que creciera entre medio
como fuelles, como patas de un reptil
intentaba saltos imposibles
la presión se retraía
el marfil reclamaba una caricia.
Sin estridencias,
el blanco con el tiempo cedió
tanto brillo, quiso ser cálido
y el negro, tal vez por cercanía
acompañó.
Pero allí estaba, vertical
de a ratos giraba sobre el taburete
hasta marearme
y un apoyo, sin descarga
un lazo, amoroso
me estiraba como las cuerdas detrás de la caja.
No importaba la melodía
no importaba el detenerse en flotación
de una nota interminable
si mis pies no llegaban al piso,
si el pulso no deseaba ir a tierra.
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