Tomada de registromx |
(Lima, Perú, 1953)
La dorada
A la pregunta ¿cuánto has amado?
responde como si el lenguaje, mejor aún,
como si el vino se hubiera acabado.
Di que has de ir por más.
Afila luego el cuchillo y eviscera
la dorada que yace exangüe
sobre el batán vil de la cocina.
Y con la misma hoja separa lo tuyo
de lo tuyo. Es tuyo.
**
Traducción radical
Enseñarle castellano a un perro
es la verdadera enseñanza.
“Nunca va a aprender”, dicen.
¿Por qué? ¿Acaso el castellano
es cuestión de inteligencia? Tal vez
será mejor aprender a ladrar entonces.
¿Por qué no lo podemos hacer?
¿Por qué somos demasiado inteligentes?
Me gustaría decir “yo te quiero”
ladrando. Un perro es un verdadero
otro. Alguien que no comparte
mis reglas. Casi ninguna. A veces
decimos algo y el perro acude.
A veces el perro ladra y lo ignoramos.
En comparación, aprender aymara
(dialecto moqueguano, digamos)
es sencillo. Se puede hacer.
Tal vez la pronunciación no sea
perfecta, pero nos dejamos entender.
¿Cómo será ladrar con acento humano?
Los perros reirían sin parar.
“¿Y este de dónde salió?” dirán.
**
Introducción a la metafísica
¿Por qué hay peruanos en lugar de no haber peruanos?
Tal vez sea una pregunta arbitraria. Tal vez no.
Pero ésa es la pregunta que los peruanos nos hacemos
a lo largo de nuestro pasaje histórico por el tiempo.
“¿Por qué hay peruanos en lugar de no haber peruanos?”
Algunos nunca se hacen la pregunta, pero la pregunta
está ahí. Algunos la cambian por otra: “¿Por qué adoramos
al felino en lugar de no adorar al felino?”, pero no es lo mismo.
La pregunta, la primera pregunta, es: “¿Por qué hay
peruanos en lugar de no haber peruanos?” No todos
nos hemos hecho la pregunta pero todos hemos sido
tocados por la pregunta en algún momento de nuestras
vidas, sin saber exactamente de qué se trata. En momentos
de gran desesperación, por ejemplo, cuando vemos cómicos
en televisión, cuando escuchamos hablar a las autoridades
políticas, militares, sobre todo a las eclesiásticas, cuando
asistimos a un partido de fútbol, cuando leemos los diarios,
cuando el sentido de las cosas se oscurece verdaderamente,
entonces surge la pregunta. “¿Por qué hay peruanos en lugar
de no haber peruanos?” La pregunta tal vez suene una sola vez
en nuestras vidas, como el tañido de una campana que luego
desaparece, pero todos la reconocen. Por eso, en el fondo,
se trata de una pregunta gozosa. Cuando la hacemos todo
a nuestro alrededor se transforma, todo se vuelve más fácil
de entender. “¿Por qué hay peruanos en lugar de no haber
peruanos?” Ésa es la pregunta que se repite, ésa es la pregunta
que nos acompaña, la pregunta que llevamos con nosotros
como quien lleva un atado de ajos a la cocina. Ningún
peruano sabe la respuesta. Pero la pregunta nos permite
comer, hablar, y tener algo que contarle a nuestros hijos.
De El lenguaje es un revólver para dos, Lima: Colección Underwood, nº11, 2008; en Colección Reunida 2008-2009, Lima, 2012. Lejos de mí decirles (México DF: Aldus, 2013).
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