sábado, 9 de abril de 2016

El dulce nombre volitivo y puro

IDA VITALE 
(Montevideo, Uruguay, 1924-Actualmente vive en EE.UU.) 



KLEEEn clave de infancia mítica, la escala de colores de Klee parte como una nave del crepúsculo. La máquina de gorjear abre la frontera hacia el país fértil y el mundo clarea. ¿Nacerá cuadro y otra cosa? ¿Cristal o sangre? Todo es todo. Las flechas no fatídicas, avanzan lealmente en su espacio. Los laberintos juegan a la libertad. Las ciudades se despliegan en el horizonte. La geometría de Klee es no euclidiana. Reclama el derecho a ser tan móvil como la naturaleza. Del Blauer Reiter al Blaue Vier, su pintura se "forma" y podrá ser "Estrella, Vaso, Planta, Animal, Cabeza u Hombre". Nunca un trazo feliz requirió explicación. Klee no quiere dar el hombre tal cual es sino el que podría ser, en otras estrellas, por ejemplo. Klee -esclerosis de la piel- se muere poco a poco, extrañamente, pero danza en sus pinturas, en sus grabados, danza de los afligidos, danza de falena, trocado en árboles rítmicos, en el templo de la aspiración "hacia allá". Al final, cuando la mano no responda, danzará con la espátula. La música lo ha acompañado desde siempre. La música es su otro enclave.
***
No es la sombra
(Homenaje)

No te parezca sombra de las cosas
el dulce nombre volitivo y puro
que no te niegan cuando las acosas.

Él es el vuelo de las mariposas
que ahora se escapa por el aire oscuro,
el perfume que pierdes de las rosas.

Un nombre exige a veces las penosas,
duras porfías contra lo inseguro
y se concede en leves, misteriosas

horas o en las que pesan como fosas.
Algunas veces flotas, Palinuro
llevado hacia las sílabas gloriosas:

fantasmas que guiando en lo inseguro
buscan mostrarte el Nombre, no su glosa.
***
LA MÁQUINA CIEGA
Te estás acercando al lugar
                                       donde
mejor se muere;
                       allí
un sol negro alumbra
el frío.

Manos sin prisa
                       ceden
a la otra gravedad
donde caer definitiva
a solo.
Juntas todas las lágrimas
llevan a donde
estalla
         noche catedralicia.

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char