martes, 23 de agosto de 2016

Me dejo adorar

Griselda García 
(Buenos Aires, Argentina, 1979)

El iluminador


Quedó bajo un haz cruel.
Dejate mirar, dije
yo también tengo la manía
del ojo que nunca se apaga.

A veces a una le toca iniciar
aunque el tiempo sea poco
toma un montón de arcilla
lo moldea en forma de hombre.
Fija la nueva geografía.

***
EL DIQUE

En las últimas vacaciones Papá
construyó un dique en el río.
Le llevó toda la mañana.
Cuando terminó, el sol
había bronceado su espalda.
El agua nos llegaba a los tobillos
nos metíamos en zapatillas
para que los pies no dolieran.

En ese mismo río esparcimos
sus cenizas pocos años después.

Mamá llevó flores y una botella de vino.
No había nadie ese día
solo un hombre acostado en la arena
que al ver la botella gritó de satisfacción.

A Papá le hubiera gustado, pensé

y entrando al agua rompí el dique.

De Ahora, Ediciones del Dock, Colección Pez Náufrago, 2016.
****
Ama de cría


Ávidos del pezón
los gemelos abren sus bocas.
Envuelta en la pesadez de la leche
me dejo adorar.
No quieren que me lave
cuantos más días pasen mejor, dicen
y bufan y resoplan.

Luego de la maceración
se disputarán mis desechos.
Quien gane desatará
su cortejo tardío
su celo de macho joven.
Lo sucio será su alimento.

Ahora hundo los dedos
en la espesura dorada
embriaga el olor
a manteca rancia.

Engendro sólo hijos varones
doy a luz un ejército voraz.
Serán vigías en mi vejez.

De Mi pequeño acto privado, Barnacle, Buenos Aires, 2015.

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char