lunes, 19 de septiembre de 2016

Porque es así: hoy se come

Matteo Fantuzzi 
(Castel San Pietro Terme, Bologna, 1979: Reside  en Lugo di Romaña, en la provincia de Ravenna, Italia)



El lechero de via degli Ori
cerró en 1938
para huir a Francia
donde tenía parientes.

Durante años sobre la vidriera
quedó en barniz el letrero

                                   leche hebrea
Y yo era un niño
sin una idea precisa
de lo que estaba ocurriendo:
creía que se trataba sólo de un sabor,
como el granizado de naranja.
Un día se la pedí
A mi abuelo para merendar.

Él me dejó la marca de los dedos en la cara.
**

Todos esos campos – esas flores –
blanquísimos. Esos campos,
esas flores, tú que estás

durmiendo. Blanquísimos.

© Traducción: Verónica Aranda

**
Precariedad

Y ya no sabes qué otra cosa esperar
de este pueblito en medio de montañas
que se despuebla, donde la gente envejece
y no hace hijos. Y tú que eres el sepulturero del lugar
como tu padre y el padre de tu padre
                 (y no quieres, no puedes)
te preguntas cómo sería mejor: que se murieran
todos de un solo golpe para cerrar la tienda,
o bien uno a la vez, gota por gota, vivir de privaciones,
pero seguir andando mientras tanto, y resistir.
Y sobrevives en esta perspectiva de precario,
de quien trabaja a plazo, se pega al calendario,
y al mismo tiempo vibras y te alegras
cuando escuchas una ambulancia,
porque es así: hoy se come,
pero mientras, no tienes un cliente más,

es solo un arrebato
que sigue y lleva al abismo, y te aniquila.
                                                        
Versión de Chiara de Luca  
© Matteo Fantuzzi


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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char