(Castel San Pietro Terme, Bologna, 1979: Reside en Lugo di Romaña, en la provincia de Ravenna, Italia)
El lechero de via degli Ori
cerró en 1938
para huir a Francia
donde tenía parientes.
Durante años sobre la vidriera
quedó en barniz el letrero
leche hebrea
Y yo era un niño
sin una idea precisa
de lo que estaba ocurriendo:
creía que se trataba sólo de un sabor,
como el granizado de naranja.
Un día se la pedí
A mi abuelo para merendar.
Él me dejó la marca de los dedos en la cara.
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Todos esos campos – esas flores –
blanquísimos. Esos campos,
esas flores, tú que estás
durmiendo. Blanquísimos.
© Traducción: Verónica Aranda
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Precariedad
Y ya no sabes qué otra cosa esperar
de este pueblito en medio de montañas
que se despuebla, donde la gente envejece
y no hace hijos. Y tú que eres el sepulturero del lugar
como tu padre y el padre de tu padre
(y no quieres, no puedes)
te preguntas cómo sería mejor: que se murieran
todos de un solo golpe para cerrar la tienda,
o bien uno a la vez, gota por gota, vivir de privaciones,
pero seguir andando mientras tanto, y resistir.
Y sobrevives en esta perspectiva de precario,
de quien trabaja a plazo, se pega al calendario,
y al mismo tiempo vibras y te alegras
cuando escuchas una ambulancia,
porque es así: hoy se come,
pero mientras, no tienes un cliente más,
es solo un arrebato
que sigue y lleva al abismo, y te aniquila.
Versión de Chiara de Luca
© Matteo Fantuzzi
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