miércoles, 15 de febrero de 2017

Desde donde veía con tanta sed la copa

Teresa Amy

(Montevideo, Uruguay, 1950-id., 2017)

Una película del Este

fue altísima,
un torbellino sostenido de escorpiones
al centro debatiéndose y débil ya
por la succión en los muslos las piernas
formidables cazadores ajustaban las ligas como
a través de un tul petrificado pasaban
las imágenes ¿sería para siempre?
¿sólo esa noche? ¿la doble condición de casa y sangre?
¿muda? No había cañaveral hacia abajo ni
piedras firmes ni agua bendecida:
un estertor se disolvía y escapaba cada vez más fuerte
desde donde veía con tanta sed la copa: la medida del duelo
el hilo de un reflejo que iba penetrando
sin importar ya nada ya lejos sin remedio
**
Príncipe valiente

una lanza, una espada barroca, la daga veneciana una noche                                                     de
niebla

no son nada
la armadura en Damasco, un escudo de esparta, los            estandartes
púrpura

no son nada
una guerra Cruzada, las batallas perdidas en Germania, todas
                                                                      las luchas
no son nada
un castillo pagano, las torres erizadas, la comba perfecta de la                                                                            flecha
son nada
si no es por tu valor
el silencioso valor de tus heridas

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char