(Argentina 1925-1995)
De Décima poesía vertical
He llegado a soñar con las palabras.
Las palabras no me dejan dormir.
Me golpean desde atrás del decorado,
personajes subversivos
que hasta llegan a rasgar el telón
para cambiar siempre la obra.
Las palabras no esperan.
¿Hasta cuándo durarán?
Son como gotas de sangre
que van cayendo sobre el texto
y también a veces en el margen.
Pero no les bastan las figuras del día,
la vigilia ilustrada entre la vida y la muerte.
El texto es infinito
y también lo es el margen.
Quizá el texto debiera estar en el margen.
El sueño es una región abandonada
o por lo menos disponible
para la entrada necesaria del verbo.
**
El día en que sin saberlo
hacemos por última vez una cosa
mirar una estrella,
atravesar una puerta,
amar a alguien,
escuchar cierta voz
si algo nos advirtiera
que nunca volveremos a hacer eso,
probablemente la vida se detendría
como un muñeco sin niño ni resorte.
.
Sin embargo, cada día
hacemos algo por última vez
mirar un rostro,
llamarse con su propio nombre,
terminar de gastar un zapato,
probar un temblor
como si la primera vez o la milésima
pudiera preservarnos de la última.
.
Nos haría falta un tablero
con todas las entradas y salidas marcadas,
donde se anuncie claramente, día por día,
con tiza de colores y con vocales
qué le toca terminar a cada uno,
hasta cuándo se hace cada cosa,
hasta cuándo se vive
hasta cuándo se muere.
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