jueves, 29 de junio de 2017

La fidelidad de un grave diálogo

ADAM ZAGAJEWSKI
(Polonia, Lvov, Actual Ucrania, 1945)

Tratado sobre el vacío

En una librería accidentalmente terminé en la sección sobre el Tao o –más precisamente– junto al Tratado sobre el vacío.

Me regocijé, porque ese día yo estaba perfectamente vacío.

Qué reunión tan inesperada: el paciente encuentra al doctor y el doctor guarda silencio.

Trad. de Isabel Zapata
**
Habla más suave

Habla más suave: eres mayor que aquel
que fuiste tanto tiempo; eres mayor
que tú mismo y sigues sin saber
qué es la ausencia, el oro, la poesía.

El agua sucia anegó la calle; una tormenta breve
sacudió esta ciudad plana, adormecida.
Cada tormenta es un adiós, cientos de fotógrafos
parecen sobrevolarnos, inmortalizar con flash
segundos de miedo y pánico.

Sabes qué es el duelo, la desesperación
violenta que ahoga el ritmo cardíaco y el futuro.
Entre extraños llorabas, en un moderno almacén
donde el dinero, ágil, sin cesar, circulaba.

Has visto Venecia, y Siena, y en los lienzos, en la calle,
jovencísimas, tristes Madonnas que ansiaban ser
muchachas normales y bailar en carnaval.

Has visto incluso pequeñas urbes, nada bonitas,
gente vieja extenuada por el sufrimiento y el tiempo.
Ojos de santos morenos brillando en iconos
medievales, ojos ardientes de bestias salvajes.

Entre los dedos cogías guijarros de la playa La Galere,
y de pronto sentías por ellos una inmensa ternura,
por ellos y por el pino frágil, por todos los que allí
estuvieron contigo y por el mar,
que aunque potente, es tan solitario.

Una ternura inmensa, como si fuésemos huérfanos
de la misma casa, para siempre apartados los unos de los otros,
condenados a breves momentos de visitas
en las frías cárceles de la actualidad.

Habla más suave: ya no eres joven,
el éxtasis ha de pactar con semanas de ayuno,
has de elegir y abandonar, dar largas

y hablar extensamente con embajadores de secos países
y labios cuarteados, has de esperar,
escribir cartas, leer libros de quinientas páginas.
Habla más suave. No abandones la poesía.

Versión de Elzbieta Bortkiewicz
**
PLANETARIO

Pongamos que fue en septiembre.
El cielo artificial rodaba encima de nosotros,
escolares de excursión. Yo, mis ojos,
mi vida mullida, dieciséis años.
Las estrellas brotaban del techo
cual bailarinas, los cometas se apresuraban
a cumplir su deber en el otro fin del mundo.
Las pequeñas explosiones que aparecen en pantalla –explicaba
una voz por el megáfono –son en realidad
aterradoramente grandes, aunque previstas
y necesarias.
Pongamos que por un momento
se cortó la luz y del fondo de lo oscuro
un viento negro arrancó.
Lluvia, granizo,
la tormenta llegaba y alguien gritó
pidiendo ayuda, llamando a las estrellas
verdaderas.
Pongamos que vinieron
y brillaron con un ciego resplandor.

Traducción: Elzbieta Bortkirwicz
**
En la belleza creada por otros

Sólo en la belleza creada
por otros hay consuelo,
en la música de otros y en los poemas de otros.
Sólo otros nos salvan,
aunque la soledad sepa a
opio. Los otros no son el infierno,
si se les ve temprano, con sus
frentes puras, lavadas por sueños.
Por eso me pregunto qué
palabra debería utilizarse, "él" o "tú". Cada "él"
es una traición a un cierto "tú" pero
a cambio el poema de alguien
ofrece la fidelidad de un grave diálogo.

Tomado de elcultural.com (Versión sin datos)

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char