Li Qinzhao
(China. Dinastía Song. Siglo XI)
ORGULLO DE LOS PESCADORES
dentro de la nieve
la primavera anuncia su venida:
una flor de ciruelo asoma
entre heladas ramitas de marmol
y su rostro perfumado
a medio abrir
purísimo
como si después del baño
una mujer muy bella
entrara en el jardín
con su vestido nuevo
la Gran Naturaleza
quizás ha puesto en ella todo su deseo
para que la luz brillante de la luna
luzca más aún
¡veamos tú y yo
cómo se deslizan hasta el fondo de la copa
los pozos verdes del vino delicioso!
¡y no digamos no a la ebriedad
porque esta flor
es única y sin igual entre las flores!
**
Como en sueños
(Ru Meng Ling)
I
anoche
cayó una lluvia fina
sopló fuerte el viento
He tenido un sueño tan pesado
que aún no ha disipado mi ebriedad
pregunto a la doncella que levanta los estores
me contesta:
«¿las rosas?…
¡las rosas están igual que siempre!»
¡igual que siempre!
pero ¿qué sabrá?
¿qué puede saber?
¡sus pétalos deben estar de un rojo imperceptible
y sus hojas
de un verde esplendoroso!
**
Confiar el secreto de mi corazón
Al llegar la noche
un poco embriagada
tardé en quitarme los aderezos de mi peinado
la flor del ciruelo
se había marchitado
en mis desordenados cabellos
el sopor del vino
traspasaba mi sueño de primavera
ese sueño que se alejaba
para no regresar
silencio de los hombres dormidos
lentitud de la luna que se pierde
tras la cortina de color esmeralda
entre mis dedos
enrollaba pétalos marchitos
así
se desprendían
sus últimos perfumes
así
se alargaba un poco más
el tiempo
**
LA PRIMAVERA DE WULING
viento detenido
polvareda de perfumes
flores últimas
se hace tarde en la noche
¡estoy tan cansada
que no puedo ni cepillarme el pelo!
las cosas permanecen
los hombres no
todo en su final se acaba
quisiera hablar
pero mis lágrimas se precipitan
dicen que en Shuangxi
la primavera es aún hermosa
podría navegar allí
en una barca ligera
pero quizá esta sea tan pequeña tan frágil
que no pueda soportar el peso
de tanta melancolía.
Trad. de Pilar González España.
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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char
No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char
René Char
No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char
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