jueves, 19 de octubre de 2017

Qué ley, pues, mover pudo al mal jurista

Francisco de Quevedo

(Madrid, 1580-Villanueva de los Infantes, España, 1645)

A una dama bizca y hermosa

Si a una parte miraran solamente 
vuestros ojos, ¿cuál parte no abrasaran? 
Y si a diversas partes no miraran, 
se helaran el ocaso o el Oriente. 

El mirar zambo y zurdo es delincuente; 
vuestras luces izquierdas lo declaran, 
pues con mira engañosa nos disparan 
facinorosa luz, dulce y ardiente. 

Lo que no miran ven, y son despojos 
suyos cuantos los ven, y su conquista 
da a l'alma tantos premios como enojos. 

¿Qué ley, pues, mover pudo al mal jurista 
a que, siendo monarcas los dos ojos, 
los llamase vizcondes de la vista?

No hay comentarios:

Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char