miércoles, 13 de diciembre de 2017

Ni aplicar al dolor el torniquete de la resignación

Marguerite Yourcenar
 (Bruselas, Bélgica, 1903 - isla de Mount Desert, Maine, EE. UU., 1987) 

Firme propósito
Ni protegerse del día bajo el árbol de las tinieblas,
ni morder en el fruto la dulce carne del verano,
ni besar largamente los lívidos labios
de muertos hastiados de haber existido.

Ni penetrar, transido, el frío corazón del álgebra,
ni clavar en el vacío una máscara,
ni acostar bajo el sólido olvido célebres huesos
ni derramar su nada en un sepulcro prestigiado.

Ni acariciar, amor, tu ardiente garganta,
ni quemar tu deseo en el fuego negro de la espera,
ni aplicar al dolor el torniquete de la resignación.

Ni levantar hacia el cielo las manos insatisfechas,
sino soportar en uno mismo, en medio de la noche sin pensamientos,
el profundo vacío de un corazón donde la vida ha sangrado.

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char