Amelia Biagioni
(Gálvez, Buenos Aires, Argentina, 1916-Buenos Aires, 2000)
Me propuse ser alguien,
tener y dar
horizonte propio
y persona.
Mendigué hasta alcanzar un cuarto vivo.
Firmé el aire, las sábanas
y la escritura.
Organicé la luz, las horas,
dicté las jerarquías,
moví los sitios, las orillas,
los elementos quietos,
los movimientos y los ruidos.
Abrí la puerta
y entraron ceremonias
y el coro
y el azar
y me rodearon.
Y entró el solista,
me enhebró con un hilo azul,
me dio una oculta condición de fábula
y un oficio visible y errabundo
de hierba recorriendo las criaturas.
Y la fiesta brilló sobre su música
a lo largo del día.
Firmé el aire, las sábanas
y la escritura.
Organicé la luz, las horas,
dicté las jerarquías,
moví los sitios, las orillas,
los elementos quietos,
los movimientos y los ruidos.
Abrí la puerta
y entraron ceremonias
y el coro
y el azar
y me rodearon.
Y entró el solista,
me enhebró con un hilo azul,
me dio una oculta condición de fábula
y un oficio visible y errabundo
de hierba recorriendo las criaturas.
Y la fiesta brilló sobre su música
a lo largo del día.
Pero llegó la noche
y floté sola entre penumbras y enemigos.
Maderas, grifos,
alfombras, rincones, cristales,
todas las cosas
levantaron sus leyes,
sus dinastías,
sus personas,
devoraron
mi argumento de vida,
mi sonido,
mi calor,
y me echaron.
Detrás de mí se acerrojó la puerta.
y floté sola entre penumbras y enemigos.
Maderas, grifos,
alfombras, rincones, cristales,
todas las cosas
levantaron sus leyes,
sus dinastías,
sus personas,
devoraron
mi argumento de vida,
mi sonido,
mi calor,
y me echaron.
Detrás de mí se acerrojó la puerta.
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