jueves, 14 de diciembre de 2017

Tener y dar

Amelia Biagioni

(Gálvez, Buenos Aires, Argentina, 1916-Buenos Aires, 2000)

Me propuse ser alguien,
tener y dar
horizonte propio
y persona.
Mendigué hasta alcanzar un cuarto vivo.
Firmé el aire, las sábanas
y la escritura.
Organicé la luz, las horas,
dicté las jerarquías,
moví los sitios, las orillas,
los elementos quietos,
los movimientos y los ruidos.
Abrí la puerta
y entraron ceremonias
y el coro
y el azar
y me rodearon.
Y entró el solista,
me enhebró con un hilo azul,
me dio una oculta condición de fábula
y un oficio visible y errabundo
de hierba recorriendo las criaturas.
Y la fiesta brilló sobre su música
a lo largo del día.
Pero llegó la noche
y floté sola entre penumbras y enemigos.
Maderas, grifos,
alfombras, rincones, cristales,
todas las cosas
levantaron sus leyes,
sus dinastías,
sus personas,
devoraron
mi argumento de vida,
mi sonido,
mi calor,
y me echaron.
Detrás de mí se acerrojó la puerta.

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char