lunes, 1 de enero de 2018

Todo es tan poco siempre cuando se mira lejos


MARIANA FINOCHIETTO
(General Belgrano, Provincia de Buenos Aires, 1971. Reside en City Bell, Buenos Aires, Argentina)




No es fácil ser feliz.
Nunca fue fácil
sostenerse en el alambre,
comprender
el misterio de la tensión
entre lo malo y lo bueno.
Entendamos
que la alegría requiere un protocolo,
una pequeña ceremonia de iniciación
para ser carne
y hueso.
Cierto heroísmo
en entregarse al goce
que no todos poseen,
que no todos merecemos.
**
Es tan pequeña cosa la palabra.
Tan limitada a su oficio,
tan certera.
Precaria, yo también,
frente al espejo,
me cubro y me descubro de signos,
buscando no se qué
o la felicidad.
Me permito decir.
Soy la que nombra de este lado del mundo,
donde los cuartos aún conservan el frío,
pero el sol ya está entibiando las ventanas.
**

En las tierras oscuras donde el miedo era rey
construí una casa con el barro del río.
Sometí a la materia, la moldee entre mis manos,
le di forma de hombre, de ventana, de hijo.
Con mis ojos de amor parí cada mañana
un sol para entibiarme en los días más fríos.
Vi crecer las glicinas, florecer, derramarse,
convertirse en manojos de violencia azulada.
Vi pasar a los pájaros en su huida hacia el sur.
Los contemplé al volver en la urgencia del nido.
Todo es tan poco siempre cuando se mira lejos.
Tan poco y diminuto y lejano y perdido.

Debo dar las gracias a mis pequeñas muertes
por este cuerpo mío de vida generosa.
Llevo la cicatriz del que ha perdido todo de una perra vez.
Como todo el que aprende, yo también aprendí
que uno es apenas la suma
de todos los demonios que se ha devorado.
***
Imagen: tomada del blog masticar rabia.

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char