Franco Fortini
(Florencia, Italia, 1917-Milán, id., 1994)
Después de una matanza
de Lu Hsun
Las largas noches de primavera las paso ahora
con mujer e hijo. Débiles en las sienes los cabellos.
Veo en sueños imprecisas lágrimas de una madre.
Sobre la muralla han cambiado las grandes banderas imperiales.
Vidas de amigos devienen espectros, no resisto verlos.
En ira contra cercos de espadas, busco una pequeña poesía.
No lamentarse. Inclino la cabeza. No se puede escribir más.
Como agua la luna ilumina mi vestimenta oscura.
**
Otra arte poética
Existe, en la poesía, una posibilidad
que, si una vez ha herido
a quien la escribe o la lee, no dará
más reposo, como un motivo
semi modulado semi traicionado
puede atormentar una memoria. Y yo, que escribo,
sé que hay un sentido distinto
que puede darse en lo idéntico,
sé que allí afirmada en el verso queda
la palabra que sientes o lees
y juntos se van volando
donde tú ya no eres, donde ni siquiera
piensas poder llegar, y comienzan
otras montañas, en cambio, llanuras ansiosas, ríos
como has visto viajando en aviones temblorosos.
Ciudades impetuosas aquí, bajo tus inmóviles
palabras escritas.
Versiones de Jorge Aulicino
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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char
No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char
René Char
No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char
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