viernes, 3 de agosto de 2018

Tienen los labios fatigados

Rainer María Rilke 
(Praga, Imperio Austrohúngaro, 1875- Val-Mont, Suiza, 1926) 



Los ángeles

Tienen los labios fatigados,
Las almas claras, sin límites.
Y una nostalgia (tal vez de pecado)
A veces cruza sus sueños.

Unidos todos por tantas semejanzas,
Enmudecen en los jardines de Dios,
Como intervalos muy numerosos
En su potencia y en su melodía.

Pero cuando despliegan las alas, de pronto,
Son los promotores de un viento:
Como si Dios, con sus grandes manos de escultor,
Caminara, aplastando las páginas, a través
Del libro oscuro del Génesis.
**
Canción de amor 

¿Cómo sujetar mi alma para
que no roce la tuya?
¿Cómo debo elevarla
hasta las otras cosas, sobre ti?
Quisiera cobijarla bajo cualquier objeto perdido,
en un rincón extraño y mudo
donde tu estremecimiento no pudiese esparcirse. 

Pero todo aquello que tocamos, tú y yo,
nos une, como un golpe de arco,
que una sola voz arranca de dos cuerdas.
¿En qué instrumento nos tensaron?
¿Y qué mano nos pulsa formando ese sonido?
¡Oh, dulce canto!

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char