(Berkeley, California, EE.UU., 1929)
Llevada por la corriente, arrojada por las olas, inmensamente arrastrada por el entero poder del océano, se mueve la medusa en el abismo del mar. La luz brilla a través de ella, la oscuridad la penetra. Llevada, arrojada, arrastrada de un lugar cualquiera a cualquier otro lugar, porque en el mar profundo no hay más compás que cerca y lejos, alto y bajo, la medusa se eleva y se mueve; el pulso late ligero y rápido dentro de ella como late el vasto pulso del día en el mar llevado de la luna. Elevándose, meciéndose, latiendo, la más vulnerable e insustancial de las criaturas tiene por defensa la violencia y el poder de todo el océano, al que le ha confiado su ser, su movimiento y su voluntad.
Pero aquí surgen los sólidos continentes. Las masas de piedra y los farallones de roca surgen rudamente del agua y entran en el aire, ese espacio exterior seco y terrible de esplendor e inestabilidad, donde no hay sustento para la vida. Y ahora, las corrientes engañan y las olas traicionan, rompiendo su círculo infinito, para saltar en estrepitosa espuma contra la roca y el aire, rompiendo...
De La Rueda Celeste, Edhasa, 1987.¿Qué hará la criatura formada por el mar en la arena seca de la luz del día? ¿Qué hará la mente, cada mañana, al despertar?
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Foto: tomada de escuchandoconlosojos.blogspot.com
2 comentarios:
Con que acá andaba la bendita medusa. Genia Ursula. Un abrazo Irene!
¡Así es, así es! Gracias, Ale; Irene
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