martes, 5 de junio de 2012



PABLO NATALE
(Ruta Interestatal Córdoba-Rosario, circa 1980, vivió en Villa Carlos Paz desde los siete años. Actualmente reside en Córdoba Capital, Argentina)


Fotografías de gente en moto

Mr. Williams se compró una moto negra
hace un par de meses
con sus ahorros de docente
soltero y codiciado.
A veces me alcanza hasta casa
y elige siempre los caminos más complicados
se mete por calles que no conoceríamos nunca
da con plazas inesperadas y hace rodeos
que parecen meternos en el laberinto de la ciudad
y mientras tanto el frío nos cala los huesos
y eso me da tiempo para pensar en nosotros
y alejarme lentamente de esa moto negra
el pavimento roto, los charcos
las manchas de aceite desconocidas
y la voz de Mr. Williams que me cuenta
en qué consiste la novela que está escribiendo
una novela que habla sobre su vida, dice
sobre los grandes amores de su vida
sobre la forma en que se olvidó de algo
y también, me dice, sobre cómo las palabras
se desgastan de tanto repetirlas
como los malos chistes
por ejemplo ese en que la maestra le dice a los chicos
que hagan la tarea en soledad
y Soledad aparece muerta, escrita por todos lados.
Mr. Williams habla y se ríe con el casco puesto, la voz
derramándose entre la velocidad y el viento
y veo la capa de plástico que me separa del mundo
cada calle con su nombre olvidado
las ventanas apagadas
la gente escondida yéndose a dormir
los ladrillos de las casas que no me pertenecerán
nunca
y las esquinas en las que podré perderme
cuando llegue la hora y todo sea malo.
Así es que la moto dobla otra vez
y Mr. Williams habla y ríe solo.
Tenemos los cuerpos apenas inclinados
cada vez que tomamos una curva.
Así que éste es el cordón umbilical
que me lleva de vuelta a casa
y éste es el cordón umbilical
que me conecta de nuevo con el mundo
aquí está Mr. Williams
aquí estamos nosotros
polvo del polvo
sonriendo para el flash de la cámara
en la ciudad del viento.
***
La carretera Noé 

Los animales no hablan
y los recuerdos tampoco
me gustaría tallar eso en el árbol
al que trepamos con papá
en el paraíso imaginario
los animales no hablan
nos diríamos
tendidos allá arriba como si sólo fuésemos ropa
empujada por el viento
los nombres se secan
nuestras manos se secan y los recuerdos
se secan
somos animales
me gustaría decirle a papá
en el silencio de la noche
la casa se viene abajo y tan sólo éramos
animales.
***

Exactamente ocho

Querida hermana:
cuando leas esto ya no tendrás ocho años
tampoco siete, que es la edad que tenés ahora.
Pero pasan los minutos, un corredor de luz detrás de otro
pasan los minutos.
¿Habrá un payaso doblado dentro de la torta de mañana?
¿Habrá un papel plegado en el payaso roto
habrá en eso una explicación para tu pequeño universo?
Universo que no conozco y que, generalmente, no me interesa.
Pero no te quiero mentir.
¿Qué esperás atrás mío, haciendo como que dormís
cuando estás despierta
soñando con la fiesta de mañana?
¿Esperás algo o solamente soy yo
que crecí hasta llegar a la altura
de ver crecer las cosas
y dejar de rezar por ellas?
Sos un oso de felpa con pensamientos de bebé
arrodillado en una escuela a la que no va nadie.
Sos una hebilla fucsia colgada de mi pelo
que abro y cierro como si fuera un tic
como cualquier otro juguete
con cuyo movimiento evito pensar
en lo que falta, en lo que no hace bien.
Suena el celular. Perdón, hermana
tengo que ver quién es.
Oh, no es nadie. Nada importante.
¿Que qué cosas importantes podrían pasar?
La verdad, muchas. Pero ninguna va a pasar ahí.
Que la casa explote como un payaso gordo
atorado de tortas
que se incendien las montañas
que el fuego nos brote el día menos pensado
cuando no estés acá
o cuando no lo puedas entender.
Cuando los corredores de luz se pierdan
en la sumatoria condensada de todos
y cada uno de los días.
¿Qué esperás dormida detrás
pequeña hermana?
En los 70 te hubiese convencido
de que crezcas barbie revolucionaria
y eso habría sido un error.
El mismo error que cometo ahora
centuplicado por cien.
Si vomito, es sólo por mí.
Si pienso en vos, es como si pensara en vos
pero sin pensar en vos.
Si movés la cabeza de la almohada, abrís los ojos
y me preguntás si acaso voy a tirarte las orejas
seré honesto, diré que no.
Somos grandes, basta de eso.
Cuando hablamos
tenemos los dos ocho años
aunque todavía no den las doce.
Dame tus botas. Poné bien las sábanas.
Saludá a nuestros gatos y a los amigos de nuestros gatos.
Cerrá los ojos, cuando me vaya a dormir
te escribiré un poema.
¿Que qué es un poema?
Es como un payaso
o como la mitad de una torta
que alguien se lleva para regalar
y después tira en la basura.
Un poema es una canción.
Una canción de cumpleaños para cuando tengas 18
y seas barbie hermana punk.
O alguien silenciosa, terrible y dulce.
Si salís con alguien como yo no te lo perdono.
Un poema es eso y algo que a la vez dice lo contrario.
Me voy a dormir, querida hermana
este oso que no habla
te dice adiós.
Ah, ya son las doce.
Feliz no cumpleaños.
**

Foto: Arte de tapa de Juan Cruz Sánchez Delgado

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char