jueves, 10 de octubre de 2013

Invitando a los infelices a deponer aquí todas sus penas

KATHERINE PHILIPS

(Inglaterra, 1632-1664)

¡Oh, soledad, mi más dulce elección!
Lugares que a la noche reverencian,
Alejados de ruidos y tumulto,
¡Qué delicias lleváis al pensamiento fatigado!

¡Oh, soledad, mi más dulce elección!
¡Oh Cielos! Qué contento el mío
Ver esos árboles, que aparecieran
En la natividad del tiempo
Y veneraron todas las épocas,
Mirarlos hoy tan frescos y verdes
Como cuando por primera vez se avistó su belleza.
Oh, cuán agradables se aparecen
Esos montecillos colgantes
Invitando a los infelices
A deponer aquí todas sus penas,
Cuando su cruel destino persiste
En calamidades que sólo ha de sanar la muerte.

¡Oh, cómo adoro la soledad!
Ese elemento del más noble deseo,
Donde las fábulas de Apolo aprendí
Sin las penalidades del estudio.
Para conmoverte, creció mi amor
Por los caprichos que procuras;
Mas cuando pienso en mí mismo,
Los odio por la misma razón,
Pues lo que para ellos se necesita a mí me estorba
En tu contemplación y en tu servicio.
¡Oh soledad, oh cómo adoro la soledad!

(Versión de Antonio Mengs)
***
A Lucasia por nuestra amistad

Yo no viví hasta este día
Que corona mi felicidad,
Cuando puedo decir sin pecado
Que no soy tuya, sino tú.

Esta carcasa respiraba, caminaba y dormía,
Así que el mundo creía
Que había un alma que el movimiento mantenía;
Pero todos estaban engañados.

Porque como un reloj que por arte
Es puesto en movimiento, así fui yo:
Pues nunca Orinda había hallado un alma
Hasta que la tuya halló.

Que ahora me inspira, me dirige y me alimenta,
Y guía mi pecho ensombrecido.
Porque tú eres todo lo que yo aprecio,
Mi vida, mi descanso, mi alegría.

Ni guirnaldas de esposos ni guerreros
Pueden compararse a la mía:
Ellos poseen sólo un pedazo de la tierra,
Yo en ti tengo el mundo entero.

Dejemos en paz brillar nuestras almas,
Y que ningún falso temor nos domine,
Tan inocentes como nuestro deseo,
Inmortales como nuestras almas.

Versión s/d
**
Friendships mistery, to my dearest Lucasia

Come, my Lucasia, since we see
That miracles Men's Faith do move,
By wonder and by prodigy
To the dull angry World let's prove
There's a Religion in our Love.

For Though we were design'd t'agree,
That Fate no liberty destroys,
But our Election is as free
As Angels, who with greedy choice
Are yet determin'd to their joys.

Our hearts are doubled by the loss,
Here Mixture is Addition grown;
We both diffuse, and both ingross:
And we whose minds are so much one,
Never, yet ever are alone.

We court our own Captivity
Than Thrones more great and innocent:
`Twere banishment to be set free,
Since we wear fetters whose intent
Not Bondage is but Ornament

Divided joys are tedious found,
And griefs united easier grow:
We are our selves but by rebound,
And all our Titles shuffled so,
Both Princes, and both Subjects too.

Our Hearts are mutual Victims laid,
While they (such power in Friendship lies)
Are Altars, Priests, and Off'rings made:
And each Heart which thus kindly dies,
Grows deathless by the Sacrifice.

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char