martes, 4 de febrero de 2014

El alma elige su propia sociedad

Cuatro versiones de un poema

de EMILY DICKINSON
(Amherst, Massachusetts, EE.UU., 
1830- 1886)

303

El alma elige su íntima sociedad
luego– cierra la puerta–
a su divina mayoría–
que ya no está presente–
imperturbable –advierte los carruajes– deteniéndose
en su pequeño portón–
–un emperador está arrodillado–
sobre su alfombra–
la conocí –por provenir de una gran nación–
elige una–
luego –cierra las válvulas de su atención–
como piedra–.

(Traducción: Silvina Ocampo)
***
XIII

El alma elige su propia sociedad,
después cierra la puerta;
en su divina mayoría
no más intromisión.

Inconmovible, ve cómo se detiene el carruaje
frente a su portón;
inconmovible, se arrodilla en su alfombra
un emperador.

La he visto elegir de una
amplia nación;
y cerrar luego como una tumba
las valvas de su atención.

Versión © silvia camerotto
***

El Alma elige su propia Compañía—
Después—cierra la Puerta—
A su divina Mayoría—
Ausente ya—

Impasible—ve a las Carrozas—detenerse—
Ante su humilde Puerta—
Impasible—así un Emperador se arrodille
Sobre la Estera—

La he visto—entre numerosa grey—
Escoger sólo a Uno—
Y cerrar—luego— La Válvula de su atención
Como una Piedra—

(Traducción: Amalia Rodríguez Monroy)
***

El Alma selecciona su propia Sociedad—
Luego—cierra la Puerta—
A su divina Mayoría—
Ausente desde entonces—

Impasible—observa los Carros—deteniéndose—
Ante su baja Entrada—
Impasible—a un Emperador arrodillarse
Sobre su Felpudo—

He visto que ella—de una vasta nación—
Elige a Uno—
Luego—cierra las Válvulas de su atención—
Cual Piedra—

(Traducción de Álvaro Torres Ruiz)
***
303

The Soul selects her own Society—
Then—shuts the Door—
To her divine Majority—
Present no more—

Unmoved—she notes the Chariots—pausing—
At her low Gate—
Unmoved —an Emperor be kneeling—
Upon her Mat—

I’ve know her—from an ample nation—
Choose One—
Then—close the Valves of her attention—
Like Stone—

(1862)
***

1 comentario:

Marisa dijo...

Buscaba la traducción de Silvina Ocampo, que sabía que existía. Gracias. Los primeros dos versos son tan bellos y esperanzados, que los atesoro como a joyas.

Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char