jueves, 26 de junio de 2014

La cursiva es mía

ALBERTO CISNERO

(Buenos Aires, Argentina, 1975)

El cordón 

(22 de junio de 1934.J.D.
comprendeque una vereda de
Chicago alcanza ya su rostro).
Estimulado por qué equívoca sed,
yo, mi sobredosis, mi guardián, hermano
mío semivivo, rubrico: supe el terror
de la huida y la lobreguez del sepulcro
engreír, odre y expropio, Juan Dillinger,
quien (y no dios) es tu prójimo latente,
hospedaje común de los gusanos.
***
Flecha

La tierra de mi adopción o el limitado
amor o la causa que lo suscitó,
todo es el reverso exacto de un espejo
desde el cual la flecha ha sido disparada
y esto no es el final, mas morir habemos
y pasa como la inconstante luna
cada signito, su tesoro abominable,
la metódica descomposición de uno
mismo; eso ya le pertenece ahora.
***
De El movimiento obrero granizado
(Fragmento)

20-
tengo treinta y seis años, un chumbo y acuatros. la remington a carretel
en el escritorio. segundo principio de la termodinámica. qué se podría hacer
en una comarca donde todos son genios. aprender francés y batir palmas
a los rusos y el amor. antes ebrio que moderno. que se curtan. nací entre
ezeiza y el golpe. soy ateo, me agrada el sol. ningún delito desconocido.
la cursiva es mía. y no socializo. hay demasiados socialistas. quiero
y soy querido. comparto el mismo pedazo de pan. veintidós es mi número
de la suerte. un epíteto y el negro. no me disparé en la boca porque
los muertos hablan. sabiduría pop.

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char