RUDYARD KIPLING
(Bombay, India, 1865 - Londres, Inglaterra, 1936)
De El segundo libro de la selva
Canción nocturna en la selva
Los hermanos de Mowgli
Desata a la noche Mang, el murciélago;
en sus alas acarréala Rann, el milano;
duerme en el corral la vacada
y de corderos duerme el atajo;
tras las reforzadas cercas se esconden
pues hasta el amanecer con libertad vagamos.
Orgullo y fuerza, zarpazo pronto,
prudente silencio: es nuestra hora.
¡Resuena el grito! ¡Para el que observa
la ley que amamos, caza abundante!
**
Canción de los galeotes
Remamos para que avanzaras con el viento en contra y las velas bajas.
¿No nos dejarás nunca en libertad?
Pan y cebolla comíamos cuando tomabas ciudades, o rápido regresábamos a bordo
si te perseguía el enemigo.
Los Capitanes paseaban de proa a popa sobre cubierta con el buen
tiempo, cantando canciones; nosotros estábamos abajo.
Desfallecíamos, la barbilla sobre los remos, y no te dabas cuenta pues
seguíamos meciéndonos hacia adelante y hacia atrás.
¿No nos dejarás nunca en libertad?
La sal dejaba el palo de los remos como la piel del tiburón; nuestras
rodillas abiertas hasta el hueso con cristales de sal; pegado
el pelo a la frente; y nuestros labios cortados hasta las encías,
y nos dabas con el látigo porque no podíamos remar.
¿No nos dejarás nunca en libertad?
Pero, pronto escaparemos, a través de los ojos de buey, igual que
corre el agua por los palos de los remos, y, aunque ordenes
a los otros que nos persigan, no podrás nunca prendernos a
menos que empuñes tú los remos y encierres los vientos en la
panza de la vela. ¡Aho!
¿No nos dejarás nunca en libertad?
**
De El segundo libro de la selva
La Caza de Kaa
Del leopardo orgullo son sus manchas, honor del búfalo son sus cuernos.
¡Limpio! Pues del que caza se juzga a fuerza por el color de su piel.
Si acaso el toro te embiste y aterra, o una cornada del sambhur recibes,
por narrarlo el trabajo no abandones, pues cosa es que tenemos ya olvidada.
Nunca del cachorro débil y ajeno abuses; cual a un hermano debes mirarle,
que, aunque débil y torpe, es probable que a una osa –puede ser– tenga por madre.
¡Nadie corno yo! –jáctase el cachorro cuando a sus plantas ve la primera pieza.
Pero él es pequeño, y grande, la Selva: que medite en calma, porque ahora apenas empieza.
Máximas de Baloo
**
Tomados de poemaseningles.blogspot.com.ar
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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char
No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char
René Char
No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char
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