lunes, 28 de julio de 2014

Existe un pecado: decir que una hoja verde es gris


G.K. Chesterton
(Inglaterra, 1874-1936)

La espada de la sorpresa

Separado yo de mis huesos, ¡oh!, espada de Dios,
Hasta que ellos permanezcan de pie y ajenos,
como los árboles;
Yo, cuyo corazón sube volando hacia los bosques
Y puede maravillarse tanto como ellos.

Separado yo de mi sangre que, en la oscuridad,
Escucha al ancestral río correr,
Y cómo los ríos subterráneos se confunden en el mar
Pero nunca el sol ven.

Dame ojos milagrosos para ver mis ojos
Espejos rodantes que viven en mí,
Cristales terribles más increíbles
Que todas las cosas que vi.

Separado yo de mi alma, que puedo ver
Los pecados como heridas sangrantes, valientes golpe de vida,
Hasta que a un extraño en la calle
Salve como yo mismo me salvaría.
**
El esqueleto

El pinzón que parlotea y la brisa
No son más felices que yo;
Aquí yazco entre flores
Con mi eterna risa.
No; para nada cómodamente;
Aunque claro, amigos, por pensar de prisa
No supuse la muerte, que el buen rey
Ocultó como broma… cuidadosamente.
**
Eclesiastés

Existe un pecado: decir que una hoja verde es gris,
por el que el sol se estremece en el cielo.
Existe una blasfemia: implorar la muerte,
porque Dios solo conoce lo que vale la muerte.

Hay un credo: bajo el ala de ningún terror
las manzanas se olvidan de crecer en los manzanos.
Hay una cosa necesaria –todo-
el resto es vanidad de vanidades.
**
Canto de la extraña ascesis

Si hubiese sido pagano,
Habría ensalzado la vid purpúrea,
Mis esclavos habrían labrado los viñedos
Y yo bebería vino.
Pero Higgins es el pagano,
Y sus esclavos crecen famélicos y encanecen;
Quizás él pueda beber un poco de leche tibia
Unas dos veces al día.

Si hubiese sido pagano,
Habría coronado los rizos de Neaera,
Y colmado mi vida de aventuras amorosas
Y mi casa con muchachas que bailan;
Pero Higgins es el pagano,
Y diserta a fuerzas en sus aposentos,
Donde sus tías que no están casadas
Exigen divorciarse.

Si hubiese sido pagano,
Habría enviado mis ejércitos por delante,
Y por la retaguardia arrastraría
A los Jefes del Norte.
Pero Higgins es el pagano,
Y esgrime con pesar la pluma,
Para prestar a los pobres dinero divertido
Lo que lo hace aún más pobre.

Si hubiese sido pagano,
Habría colocado mi pira en lo alto,
Y un gran torbellino rojo
Rugiendo se iría al cielo;
Pero Higgins es el pagano,
Y es más rico que yo:
Pero ellos son los que lo pusieron en un horno,
Como si fuera un pastel.

Ahora quien corra por ahí puede leer
El enigma que escribo,
De por qué este pobre viejo pecador
Debe pecar sin deleite.
Sin embargo yo, yo no puedo leerlo
(Por más que corro y corro),
Pues ellos carecen de fe
Y nunca se divertirán.
**
La balada del suicidio

El patíbulo en mi jardín, dice la gente,
Es nuevo, pulcro y tiene la altura adecuada;
Ato la cuerda de la consabida manera
Como quien anuda su corbata a una pelota;
Pero justo cuando todos los vecinos —desde
la pared—
Esbozan un largo suspiro y gritan "¡Albricias!"
Soy presa de un extraño capricho… Después
de todo
Pienso que hoy no me ahorcaré.

Mañana será el día de mi paga
La espada de mi tío pende en el vestíbulo
Veo una pequeña nube, rosa y gris toda;
Tal vez la madre del rector no llamará —imagino
Que tuve noticias del Sr. Gall.
Esos hongos podrían haberse cocinado de otra forma,
Nunca leí las obras de Juvenal.
Pienso que hoy no me ahorcaré.

Habrá otro día para que el mundo se lave;
Los decadentes decaen; los pedantes, insípidos;
H. G. Wells ha descubierto que los niños juegan,
Y Bernard Shaw que tienen rachas,
Los racionalistas crecen racionales
Y tras los espesos bosques encuentro un arroyo perdido
Tan secreto que el mismo cielo parece pequeño
Pienso que hoy no me ahorcaré.
**
Una pequeña letanía

Cuando Dios se salió de la eternidad y joven fue,
Antiguos días, creció un poco para su propia alegría
(Como bajo el horizonte es luminosa la tierra)
Y a través suyo me asomé, puerta de cielo —y vio
la tierra.

Acallando por un momento sus brillantes cielos
Construyó cerca de él una casa de oro
Para en paredes imaginarias ver su acontecido mundo
Y a él regresar como quien dice un cuento.

Allí encontró su espejo; el único vidrio
Que no se rompería con tan insufrible luz
Hasta que en una esquina de la alta casa oscura
Dios se parecía a Dios,
Cual fantasmas que en la noche se saludan.

La estrella de la mañana, esa estrella no caída
En ese extraño vuelco estrellado del espacio
Cuando tierra y cielo intercambiaron su lugares
por una hora
Y el cielo parecía más de rostro humano.

Joven, sobre sus fuertes rodillas se levantó,
La sabiduría, cuya voz está en la calle, lloró
Más que el crepúsculo del biforme querubín
Que hizo de su trono un misericordioso asiento.

De tu pálido dobladillo del hábito, surgido
de la escena,
Dios crece venturoso del reposo de todo el tiempo,
Tu alto cuerpo la torre de marfil toca
Y la rosa mística besa tu boca.

Versiones: s/d

1 comentario:

constantino mpolás andreadis dijo...

...y otro pecado: decir que la hoja verde no puede ser gris...y otro: decir que la hoja verde es verde...y otro...y otro...de estos pecados está hecho el paraíso...y de todos los pecados la virtud del pecado...y la pérdida del paraíso, que es el paraíso que conservamos...el paraíso que somos gracias al otro...a ese infierno: el otro...o sea, cada paso...es decir, cada día...

Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char