Conrado Nalé Roxlo
(Buenos Aires, Argentina, 1898-1971)
EL MURO
Pongo la mano sobre el blanco muro,
pongo la mano sobre el muro helado,
y siento que en la noche, al otro lado,
pesa otra mano sobre el muro oscuro.
Hay un silencio inquieto, un inseguro
silencio de paraje despoblado.
Y mi alma es un pájaro clavado
por mi amarilla mano al muro duro.
Tierra y cal nos separan, tierra escasa
y fría cal. Y hay noche por afuera
hasta el fin de la vida. Ya traspasa
la mano el muro como blanda cera.
Estalla el miedo en la desierta casa,
y asido a un grito vuelvo a mi ribera.
De Antología básica contemporánea de la poesía iberoamericana, Tomo I. Ediciones Nereo Pulitzer, 1978.
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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char
No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char
René Char
No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char
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