viernes, 22 de agosto de 2014

Con tanta tiniebla dentro

DIEGO E. SUÁREZ

(Posadas, Provincia de Misiones, Argentina, 1979)

Para quien está al lado

Para quien está al lado
los días pasan pesadamente
arrastrando los pies.
A no ser por los ciclos de la luna
y los resignados amaneceres
cualquiera pensaría: esto
es un mal sueño que nunca termina
de empezar. Después de todo
quien está al lado sabe que está
ahí para algo: asiste a otro cuerpo
(al sufrimiento de otro en su cuerpo)
y al asirlo por dentro se siente carcomer
a medida que en su roce contra el suelo
cada hora levanta una polvareda insoportable.
***
VI.

Cada vez duele más el pinchazo
de lo no logrado habiendo podido,
lo tronchado por manos ineptas.

Duele más que cualquier espera.

Sea en el lugar que sea
un vacío asfixiante
acecha nuestros pasos.

¿Podemos volver para atrás?

Debe haber una senda
por donde regresar hacia delante.
La cuestión es hallarla
con tanta tiniebla dentro.

(Al menos tenemos nuestro amor
como lámpara de emergencia.)
**
VIII.

–¿Cuánto falta para que esto termine?

Una pregunta alcanza
para nublar cielo y tierra.

Con la lengua adormecida
no por los psicotrópicos sino
por la religión la ciencia el arte y otros opios
miro tus ojos de un día después sin querer
recordar alguna respuesta.
**
XI.

Por las noches despierto empapada
en sudor, las manos crispadas,
las mandíbulas tensas. Mientras
en la habitación contigua mi hijo
se me va de las manos. 
**
De Sufrimiento de otro en su cuerpo. Editorial Serapis. Rosario. 2013.

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char