martes, 30 de septiembre de 2014

Luces fijas en un punto

 María Laura Decésare 
Tomada del blog poetasargentinos

(Rufino, provincia de Santa Fe, Argentina, 1969)

Luna triste

La noche no sueña
y es temprano todavía,
un bocinazo a lo lejos
luces fijas en un punto
docenas de párpados abatidos
deambulan
por espacios habituales
y la luz del hospital
nunca se apaga.
Una leve brisa
balancea las maderitas
del balcón de al lado,
interrumpe
por un instante
el llanto de los gatos.

De Vida de gatos, Ediciones del Dock, 2012.
**
 “Todos, todos duermen. Todos están durmiendo en la colina.”
                                                                                                     Edgar Lee Master

                                                                                  “Cerró los ojos silenciosos
                                                                  conservó la costumbre de no protestar.”
                                                                                                          Juan Gelman

AMANDA GRIS

En la placa de mi nicho colocaron una foto
con una frase que decía:
“Aquí yace la mujer más deseada”.
Los que me conocieron un poco van a reírse
al leer tal expresión.
En verdad, mi epitafio debió haber dicho:
“Esta mujer vivió más sola que un perro”.
No logré tener por mucho tiempo alguna compañía,
todos huían al conocer mi temperamento
y ahora estoy en este incómodo y pequeño sitio
rodeada de egoístas!
**
MARCO ROSSO

Descanso aquí, cerca del sepulcro de Amanda Gris,
la única mujer que amé.
Nunca me perdonó que me casara
con su vecina Lucía Vázquez.
Largos años padecí viendo desde mi ventana
su bella silueta inspirando miradas de importantes señores.
Hasta el juez Álvarez Arrieta pretendió desposarla,
pero ella conocía bien su fama de déspota.
En el barrio creyeron que tuve un accidente
y no que hundí el cuchillo en mi pecho
porque no soportaba vivir un minuto
más, sin ella.

De La letra muda, Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2010.

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char