martes, 16 de junio de 2015

Mi cuerpo fue una masacre televisiva

Rafeef Ziadah
Tomada de www.litlive.ca


(Beirut,  Palestina, 1979)



NOSOTROS ENSEÑAMOS VIDA, SEÑOR

Hoy
mi cuerpo
fue una masacre televisiva.
Hoy
mi cuerpo
fue una masacre televisiva
que tuvo que adaptarse
a clips de sonido
y limitación de palabras.
Hoy
mi cuerpo
fue una masacre televisiva
lo suficientemente
rellenada con estadísticas,
contadores, medidas, respuestas
para las que he tenido
que perfeccionar mi inglés
y he aprendido mis resoluciones
de las Naciones Unidas.
Pero aún así,
él me ha preguntado:
“Señorita Ziadah
¿no piensa que todo se arreglaría
si dejasen de enseñar tanto odio a sus hijos?”.
Pausa.
Busqué dentro de mí Fortaleza
para ser paciente,
pero la paciencia no está
en la punta de mi lengua
mientras las bombas caen sobre Gaza.
La paciencia simplemente
se ha escapado de mí.
Pausa.
Sonrisa.
Nosotros enseñamos vida,
señor.
Rafeef,
recuerda sonreír.
Pausa.
Nosotros enseñamos vida,
señor.
Nosotros, los palestinos,
enseñamos vida,
después de que ellos,
hayan ocupado el último cielo,
nosotros enseñamos vida,
después de que ellos
hayan construido sus asentamientos
y sus muros del Apartheid
después el último cielo,
nosotros enseñamos vida,
señor.
Pero hoy, mi cuerpo
fue una masacre televisiva
fabricada para adaptarse
a clips de sonido
y limitación de palabras.
Pero, danos tan sólo
una historia
una historia humana, sabés.
Esto no es política
nosotros tan sólo queremos
hablarle a la gente sobre vos y tu gente.
Así que, danos
una historia humana.
No menciones las palabras
Aparheid y ocupación
esto no es política.
Tenés que ayudarme,
como periodista,
a ayudarnos a contar tu historia,
la cual no es una historia política.
Hoy, mi cuerpo
fue una masacre televisiva.
¿Qué hay si nos das la historia
de una mujer en Gaza
que necesita medicación?
¿Qué hay acerca de vos?
¿tenés “los huesos suficientemente rotos”
para cubrir a tu su hijo,
entregarme a tu muerto,
y darme la lista de sus nombres
en un límite de 1200 palabras?
Hoy
mi cuerpo
fue una masacre televisiva,
fabricada para adaptarse
a clips de sonido
y limitación de palabras
y movido por aquellos insensibles
a la sangre de terroristas.
Pero ellos lo sienten.
Lo sienten
por el asedio sobre Gaza.
Así que les dí las resoluciones
de las Naciones Unidas,
y las estadísticas
y lo condenamos
y lo lamentamos
y lo rechazamos.
Esto no son dos bandos iguales,
ocupante y ocupado,
y un centenar de muertos
dos centenares de muertos
y un millar de muertos
y entre medio de este
crimen de Guerra y masacre,
he construido palabras
y sonrisa no exótica
sonrisa no terrorista
y conté y reconté
un centenar de muertos
dos centenares de muertos
un millar de muertos
¿Hay alguien ahí fuera?
¿Habrá alguien que escuche?
Desearía poder plañir
sobre sus cuerpos,
desearía simplemente
poder correr allí,
y a cada campo de refugiados,
y sostener a cada niño,
taparle los oídos para que
no tuvieran que escuchar
el sonido de las bombas
por el resto de sus vidas,
como yo hago.
Hoy
mi cuerpo
fue una masacre televisiva.
Y dejame decir
que:
no hay nada que
tus resoluciones
de las Naciones Unidas
hayan hecho
jamás sobre esto.
Y ningún clip de sonido,
ningún clip de sonido,
que haga,
no importa
cuan buen inglés tenga,
ningún clip de sonido,
ningún clip de sonido,
ningún clip de sonido,
ningún clip de sonido,
les delvolverá
a la vida,
ningún clip de sonido
arreglará esto.
Nosotros enseñamos vida,
señor.
Nosotros enseñamos vida,
señor.
Nosotros,
los palestinos,
nos levantamos cada mañana
para enseñarle al resto del mundo
vida, señor.

Traducción de Patricia Bobillo Rodríguez.
*La poeta palestina Rafeef Ziadah escribió el poema "Nosotros enseñamos vida, señor" durante el bombardeo de Gaza (diciembre 2008-enero2009) por el ejército de Israel, mientras niños morian bajo las bombas de fosforo lanzadas por los aviones del aliado de occidente, y ocupante del estado de los palestinos, donde aplica con mano de hierro un régimen de apartheid que deja pequeño al que sufrieron los sudafricanos hasta 1994 (Tomado de cuestionatelotodo.blogspot.com.ar)
**
Bagdad

Este es un poema silencioso.
Este es un poema silencioso
porque finalmente te has ido a dormir.
Este es un poema silencioso, Bagdad.

Tus viejos fantasmas han retornado para inquietarte, esta vez en uniformes estadounidenses.
Tus viejos fantasmas han retornado para inquietarte, esta vez en uniformes estadounidenses,
y otro hombre blanco llega a poner su carga a tus pies.
Otro hombre blanco llega a poner su carga entre tus piernas, confundido ante tu rechazo.

Bagdad,
unos pocos de tus hombres se pelean para prostituirse por poder,
y las cámaras de tortura están llenas de manzanas podridas
mientras los gritos se ciernen sobre Dijleh del modo en que la voz de Ghazali solía hacerlo.

Bagdad,
te destripan para exhibirte en documentos de la ONU y reclaman constituciones para discutir si usarás velo o no.
¿Qué identidad quiere darte tu colonizador mientras te viola con democracia?

Bagdad,
dejá que Jenin, Sabra y Tel al-Zaatar te sostengan.
Dejá que Jenin, Sabra y Tel al-Zaatar te sostengan
y venden tus heridas por una noche.
Dejalas que te sostengan
porque sólo ellas entienden.
Sólo ellas entienden.
Y te juro,
te juro que incendiaremos las calles.
Te juro que incendiaremos las calles...
Incendiaremos cada calle
antes de dejarte sola, Bagdad...

Pero te dejamos sola...
Te dejamos sola,
Bagdad.
**
TONALIDADES DE LA IRA

Yo soy una mujer árabe de color
y nosotras venimos en todas las tonalidades de la ira.
Todo lo que mi abuelo siempre quiso hacer
fue levantarse al amanecer, ver a mi abuela Nil
y rezar en un pueblo escondido entre Jaffa y Haifa.
Mi madre nació bajo un árbol de olivo,
en la tierra que dicen que ya no es mía,
pero cruzaré sus barreras, sus controles militares,
sus locos muros del Aparheid y volveré a mi hogar.
Yo soy una mujer árabe de color
y nosotras venimos en todas las tonalidades de la ira.
Y, ¿escuchaste a mi hermana gritando ayer
cuando daba a luz en un control militar con los soldados israelíes
buscando entre sus piernas la próxima amenaza demográfica?
Llamó a su hija Jenin,
y ¿escuchaste a alguien gritar detrás de los barrotes de la prisión
mientras la gaseaban?
Estamos volviendo a Falestine.
Yo soy una mujer árabe de color
y nosotras venimos en todas las tonalidades de la ira.
Pero ¿me decís que esta mujer que hay dentro de mí
sólo te traerá tu próximo terrorista?
Barbudo, armado, pañuelo en la cabeza, negrata
¿vos me decís que yo envío mis hijos a morir?
Pero son tus helicópteros, tus F-16,
en nuestros cielos.
Y hablemos sobre este negocio del terrorismo en un momento,
¿no fue la CIA quien mató a Allende y Lumumba?
¿y quien entrenó a Osama en primer lugar?
Mis abuelos no corrieron alrededor como payasos,
con las blancas capas y con blancos gorros en sus cabezas
linchando a personas negras.
Yo soy una mujer árabe de color
y nosotras venimos en todas las tonalidades de la ira.
Así que, ¿quién es esa mujer morena gritando en una manifestación?
Disculpa. ¿No debería gritar?
¿Olvidé ser cada uno de tus sueños orientales?
El genio de la botella, bailarina del vientre, chica del harén,
voz suave, mujer árabe,
sí amo, no amo,
gracias por los sandwiches de manteca de cacahuete,
que nos lanzan desde los F-16, amo.
Sí, mis liberadores están aquí para matar a mis hijos
y llamarlos daños colaterales.
Yo soy una mujer árabe de color
y nosotras venimos en todas las tonalidades de la ira.
Así, que dejame decirte
que esta mujer, que habita dentro de mí
sólo te traerá tu próximo rebelde.
Ella llevará una piedra en una mano
y la bandera palestina en la otra.
Yo soy una mujer árabe de color,
ten cuidado,
ten cuidado,
de mi ira.

Cortesía de Raquel Cané.

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char