(Munro, provincia de Buenos Aires, Argentina, 1973)
Líquidos
este viento que desnuda los huesos de la carne…
Yorgos Seferis
I
De todas esas cosas algunas nos llevamos,
un cuerno de marfil, las fotos de los muertos,
reliquias de la tierra, ampollas
de vidrio azul, vidrio verdoso, vidrio amarillento
con el maná que exudan los cuerpos de los mártires.
Palpita en los canales la reliquia obsesiva,
pervive en sus entrañas la sustancia
que no puede quebrarse
porque cada fragmento es, él mismo, una reliquia,
un trozo de sí mismo irreductible.
De Las reliquias (Alción Editora. Córdoba, 2013)
**
Ed era pura luce
(Pasolini)
Podrían extraerme la cabeza
si quisieran:
podrían sacarla de su tronco, curarla
con un líquido, muy lento.
Limpiarla con paciencia, como
se cuida un hueso amado,
o se trata lentamente una reliquia:
Podrían elevarla del tronco; depurarla
como a una planta de los parásitos, de la maleza,
protegerla
en un frasco, como
se guardan en conserva
los fetos de los puercos en la escuela.
*
Yo soy de celofán, soy transparente,
no tengo uñas, no tengo
pelo, no tengo piel,
no tengo
nada que me identifique.
No dejo huella.
*
Quiero sostener la mano de mi madre,
quiero rozarla.
Está bañada en la luz de un día muy claro,
un día alucinado de provincia.
**
Desde el vagón veo cómo pasan
las cosas por el borde;
acaso no sean ellas, o sean sus imágenes.
No las puedo tocar, apenas puedo
verlas: el pasto amarillento,
las familias de perros,
la pelota que patean las criaturas,
el agua abandonada, el árbol
doblado, que no sé distinguir
con un nombre
-(¿un limonero?
¿un árbol de naranjas?
¿una planta de limas?)
un tronco
vencido por el peso
de su fruta o la lluvia-
un ómnibus quemado,
una iglesia evangélica, las primeras
vacas de la llanura,
-silenciosas y quietas, vacas sabias-,
un carro con su carga tirado por caballos
entre las zanjas muertas.
*
Me visto toda de negro,
soy la loca croata;
me muevo como un zombi por el barrio.
Puedo rezar por horas,
desgranar el rosario en croata,
en griego, en italiano.
Rezo ante un Cristo
tallado con cuchillos en madera:
mi Cristo roto cubierto con un trapo.
De La pura luz (Cabiria, Buenos Aires, 2015)
2 comentarios:
Precioso
Hermosos y singulares poemas. Gracias Irene por compartir
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