domingo, 13 de septiembre de 2015

Junto a mi propia piel, sus perlas


Carol Ann Duffy
(Glasgow, Escocia, 1955)


Relleno

Le pongo dos ojos amarillos a un búho.
Uh. Le arreglo la sonrisa al cocodrilo.
Estafador. Remiendo el deslizar de una anguila.
Tiro, arranco, el casco de una mula.
Salvaje. Le muestro el trapo rojo a un toro.
Loco. Esparzo las plumas de una gaviota.

Le hago un duro nudo al gruñido de una comadreja.
Feroz. Le ato las aletas a un sello.
Tendido. Le agujereo los latidos a una codorniz.

Ella me gusta para andar desnuda y de rodillas.
Mansita. Mi inmóvil muñeca viviente.
Muda. Y después me gusta no contarle nada.

© Versión de Fernando G. Toledo
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Entibiando Sus Perlas

        Para Judith Radstone

Junto a mi propia piel, sus perlas. Mi ama
me hace usarlas, entibiarlas, hasta la tarde
cuando peinaré sus cabellos. A las seis las pongo
en su blanco y fresco cuello. Pienso en ella todo el día,

descansando en el Cuarto Amarillo, contemplando seda
o tafetán, ¿qué vestido usaré esta noche? Ella se abanica
mientras yo trabajo empeñosa, mi lento calor entrando
en cada perla. Holgando sobre mi cuello, su cuerda.

Ella es hermosa, sueño con ella
en mi cama en el ático: la imagino bailando
con hombres altos, confundidos por mi leve, persistente esencia
bajo su perfume francés, sus lechosas piedras.

Sacudo sus hombros con una pata de conejo
miro su rubor suave filtrarse en su piel
como un suspiro indolente. En su espejo
mis rojos labios parten como si quisiera yo hablar.

Luna llena. Su carruaje la trae a casa. Miro
cada movimiento suyo en mi cabeza…Desvistiéndose
quitándose sus joyas, su mano delgada alcanzando
el estuche, deslizándose desnuda en su cama como

lo hace siempre…Y yo estoy aquí despierta,
sabiendo que las perlas se enfrían en este momento
en la habitación donde mi ama duerme. Toda la noche
siento su ausencia, y ardo.

Traducción de Edgar Amador.
**
Educación para el tiempo libre

Hoy voy a matar a alguien, algo.
Ya estoy harta de ser ignorada y hoy
jugaré a ser Dios. Es un día cualquiera,
de esos grises en que hasta las calles se aburren.

Con mi pulgar aplasto contra el cristal una mosca.
Eso hacíamos en la escuela. Shakespeare. Era
otro idioma y ahora la mosca es otro idioma.
Ahora respiro talento en el cristal y escribo mi nombre.

Soy un genio y aunque no haya oportunidades
puedo ser lo que sea. Pero hoy cambiaré el mundo.
El mundo de algo. El gato me rehúye. El gato
sabe que soy un genio y se ha escondido.

Tiro al pez al baño y jalo la cadena.
Veo que es bueno. El periquito tiene miedo.
Una vez a la quincena camino dos millas hasta el pueblo
y firmo. No aprecian mi autógrafo.

Ya no queda nada que matar. Enciendo la radio
y le digo al hombre que habla con una superstar.
Me corta. Tomo el cuchillo del pan y salgo.
Brilla de repente el pavimento. Te toco el brazo.

Traducción de José Luís Justes Amador
Nota del traductor: “Education for leisure” ha sido retirado de las antologías de literatura en las preparatorias de Inglaterra por incitar al uso de cuchillos. Exactamente el brevísimo comunicado dice que “el poema será retirado de la página 37 y no habrá ninguna otra alteración del contenido de la antología. No se ofrecerá ningún otro poema de Duffy como alternativa”. “No se trata de destruir libros”, dijeron los encargados del comité encargado de los exámenes oficiales, AQA (Assessment and Qualifications Alliance). “Las escuelas pueden seguir enseñando el poema, pero ya no estará en el examen”.
**
Si yo estuviera muerta

Si yo estuviera muerta 
y mis huesos a la deriva 
como remos caídos 
en la tierra profunda, revuelta;

o ahogada, 
y mi cráneo 
un caracol que escucha 
en el oscuro lecho del océano;

si yo estuviera muerta, 
y mi corazón 
suave estiércol 
para una rosa roja, roja;

o quemada, 
y mi cuerpo 
un puñado de arena arrojada 
a la cara del viento;

si yo estuviera muerta, 
y mis ojos, 
ciegos en las raíces de las flores, 
lloraran en la nada,

te juro que tu amor 
me levantaría 
de mi tumba 
en mi cuerpo y sangre,

como Lázaro; 
con hambre de esto, 
y esto, y esto, 
tu beso vivo. 

Traducción de Marina Fe 

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char