Jenn Díaz
(Barcelona, España, 1988)
Gorrión
el cadáver pequeño
pequeñísimo
de un pájaro que tuviste en las
manos
y que no acabó de alzar el
vuelo
me lo muestras como un tesoro
mira, el pájaro
el esqueleto del pájaro
la ausencia de las alas
la incapacidad del vuelo
los huesos de una cabeza
pequeña
pequeñísima
en tus manos sabias
conocedoras del nido del que
caen
todos los gorriones huérfanos
sin que el hombre haya podido
aún
etiquetarlos como es debido.
**
Mujer sin hijo
imagínate que hay una farola
y que es de día y está apagada
y viene una niña y
te pregunta
¿qué es?
y tú le dices que una farola y
te pregunta
¿qué es una farola?
y tú le explicas que una farola
es como una lámpara grande
una lámpara de ciudad
para que podamos ver por la calle
y entonces la niña te pregunta
qué es una farola cuando está apagada
porque es de día
y tú le dices que una farola apagada
sigue siendo una farola
y así es una madre con un hijo muerto
sigue siendo una madre
aunque ya no esté el hijo
aunque el hijo se haya apagado
sin luz
aunque sea de día
aunque los días sigan
uno tras otro
y la madre sea inútil en su maternidad
lo sigue siendo
a su pesar.
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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char
No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char
René Char
No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char
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