domingo, 31 de enero de 2016

Lo que confesó fue... que había inventado todo




HAROLD PINTER
(Londres, Inglaterra, 1930-2008)


"La colección"
(Fragmento)

BILL: ¿De qué tienes miedo?
JAMES: (alejándose): ¿Qué es eso?
BILL: ¿Qué?
JAMES: Creía que era un trueno.
BILL (a él): ¿Por qué tienes miedo de agarrar este cuchillo?
JAMES: No tengo miedo. Sólo estaba pensando en el trueno de la semana pasada, cuando tú y mi esposa estaban en Leeds.
BILL: Oh, no empecemos otra vez. Creía que habíamos dejado atrás todo eso. ¿No es cierto? No me digas que todavía te preocupa.
JAMES: Oh, no. Sólo es nostalgia.
BILL: Verdaderamente cuando te enteras de la verdad toda herida sana, ¿no es cierto? Quiero decir, cuando se confirma la verdad. Yo habría pensado que es sí.
JAMES: Por supuesto.
BILL: ¿Qué es lo que queda por pensar? Es algo lamentable que nunca debería repetirse. Sin pasado, sin futuro. ¿Entiendes lo que digo? Eres un tipo que estuvo casado durante dos años. ¿No eres feliz? Existe un lazo de hierro entre tu mujer y tú. No puede ser quebrado por algo tan trivial como esto. Me disculpé, ella se disculpó. Honestamente, ¿qué más puedes esperar?

(Pausa... James lo mira. Bill sonríe. Harry aparece por la puerta de entrada, la abre y la cierra silenciosamente, y permanece en el hall, sin ser detectado por los otros.)

JAMES: Nada.
BILL: Toda mujer puede tener tarde o temprano un arrebato de... salvaje sensualidad. Por lo menos a mí me parece. Es parte de su naturaleza. Aunque fuese el tipo de sensualidad que tú mismo nunca tuviste la suerte de experimentar. ¿Qué? (Se ríe.) Supongo que es el destino de todo marido. Creo que es el sistema el que tiene la culpa, no tú. Tal vez ella nunca más necesite hacerlo, quién sabe.

(James se levanta, se acerca a la frutera, y agarra el cuchillo de la fruta. Pasa su dedo a lo largo de la hoja.)

JAMES: Está bastante afilado.
BILL: ¿Qué quieres decir?
JAMES: Dale.
BILL: ¿Cómo?
JAMES: Dale. tú tienes ese. Yo tengo este.
BILL: ¿Qué tiene?
JAMES: A veces me canso de las palabras, ¿tú no? Juguemos. Para divertirnos.
BILL: ¿Qué tipo de juego?
JAMES: Simulemos un duelo.
BILL: No quiero simular un duelo, gracias.
JAMES: Claro que quieres. Dale. El primero al que se toque es una gallina.
BILL: ¿No crees que sea poco ingenioso?
JAMES: En absoluto. Dale, a la primera posición.
BILL: Creí que éramos amigos.
JAMES: Por supuesto que somos amigos. ¿Qué carajo te pasa? No te voy a matar. Es solo un juego, eso es todo. Estamos jugando un juego. ¿No eres miedoso, no?
BILL: Creo que es estúpido.
JAMES: Caramba. Eres bastante aguafiestas.
BILL: De todas maneras yo dejo mi cuchillo.
JAMES: Bueno, yo lo voy a levantar.

(James lo hace y lo encara con dos cuchillos.)

BILL: Ahora tienes dos.
JAMES: Tengo otro en el bolsillo de atrás.

(Pausa.)

BILL: ¿Qué haces con ellos, los tragas?
JAMES: ¿Eso haces tú?

(Pausa... Se miran fijo.)
(De repente.) ¡Dale! ¡Trágalo!

(James lanza el cuchillo a la cara de Bill. Bill levanta una mano para proteger su cara y toma el cuchillo por la hoja. Se corta la mano.)

BILL: ¡Ah!
JAMES: ¡Qué bien lo atajaste! ¿Qué te pasa?

(Examina la mano de Bill.)

Déjame ver. Ah, sí. Ahora tienes una cicatriz en tu mano. ¿No tenías ninguna antes, no?

(Harry entra en el cuarto.)

HARRY (entrando): ¿Qué hiciste? ¿Te cortaste la mano? Déjame ver. (A James.) Sólo un pequeño corte, ¿no? Es culpa suya por no haberse agachado. Debo haberle dicho millones de veces... que cuando alguien le tire un cuchillo, lo más estúpido que puede hacer es atajarlo. Se expone a lastimarse, salvo que fuese de goma. Lo más seguro es agacharse. ¿Usted es el Sr. Horne?
JAMES: Sí, así es.
HARRY: Mucho gusto de conocerlo. Mi nombre es Harry Kane. ¿Lo atendió bien Bill? Le pedí que lo hiciera quedar hasta que yo volviese. Me alegra que pudiera esperarme. ¿Qué vamos a tomar? ¿Whisky? Permítame que le sirva. Usted y su esposa tienen esa pequeña boutique que está al fondo de la calle, ¿no es cierto? ¡Qué raro que nunca nos encontráramos viviendo tan cerca, siendo todos del mismo métier. Bueno, acá tiene. ¿Todavía tienes, Bill? ¿Dónde está tu vaso? ¿Es éste? Acá tienes. ¡Oh, deja de frotarte la mano, por Dios! Sólo es un cuchillo para queso. Bueno, Sr. Horne, todo lo mejor. Brindo por la salud de todos nosotros, por nuestra felicidad y prosperidad para el futuro, incluyendo a su esposa, por supuesto. Mens sana in corpore sano. Salud.

(Beben.)

De paso, acabo de ver a su esposa. ¡Qué hermoso gatito tiene! Deberías verlo, Bill; es todo blanco. Tuvimos una charla muy agradable, su esposa y yo. Escuche... viejo... ¿puedo ser sincero con usted?
JAMES: Por supuesto.
HARRY: Su esposa... sabe... me hizo una pequeña confesión. Creo que esa es la palabra.

(Pausa.)
(Bill se está chupando la mano.)

Lo que confesó fue... que había inventado todo. Ella fue la que inventó esa desgraciada historia, por algún motivo extraño. Bill y su esposa nunca se encontraron, ¿sabe?; ni siquiera se hablaron. Eso coincide con lo que dice Bill, y eso es lo que también su esposa admite. No tuvieron nada que ver entre ellos; no se conocen. Las mujeres son muy extrañas. Pero supongo que usted sabe más de esto que yo; es su esposa. En su lugar yo volvería a casa y le golpearía la cabeza con una sartén, recomendándole que nunca más invente historias como esa.

(Pausa.)

JAMES: ¿Entonces ella inventó todo, eh?
HARRY: Me temo que sí.
JAMES: Entiendo. Bueno, muchas gracias por contármelo.
HARRY: Pensé que le quedaría todo más claro, viniendo de una persona que está totalmente afuera del asunto.
JAMES: Sí, muchas gracias.
HARRY: ¿No es así, Bill?
BILL: Oh, sí. Ni siquiera conozco a esa mujer. No la reconocería si la viese. Fue pura fantasía.
JAMES: ¿Cómo está tu mano?
BILL: Bastante bien.
JAMES: ¿No es raro que hayas confirmado toda la versión de ella?
BILL: Fue divertido hacerlo.
JAMES: ¿Ah, sí?
BILL: Sí. Me divertí contigo. Querías que te lo confirmara. Me divirtió hacerlo.

(Pausa.)

HARRY: Bill es un muchacho de tugurio, ¿sabe? Tiene un sentido del humor propio de los tugurios. Por eso nunca lo llevo a fiestas. Porque tiene mentalidad de tugurio. No tengo nada contra las mentes de tugurio per se, ¿entiende? Nada en absoluto. Hay un determinado tipo de mentalidad de tugurio que está perfectamente bien para el tugurio, pero cuando este tipo de mentalidad de tugurio sale de su ámbito, algunas veces persiste, ¿sabe? y lo pudre todo. Bill es eso. Hay algo ligeramente podrido en él, ¿no le parece? Como una babosa. No hay nada de malo con las babosas cuando están en su lugar, pero él es una babosa de tugurio; no hay nada de malo con las babosas de tugurio cuando están en su lugar, pero esta no quiere mantenerse en su lugar: se arrastra por todas las paredes de hermosas casas, dejando su baba, ¿no es cierto, muchacho? Larga pequeñas, estúpidas y sórdidas historias sólo para divertirse, mientras que todos los demás tenemos que correr en círculo para llegar al meollo de la cuestión, y limar las asperezas. Todo lo que hace es permanecer sentado y chuparse su mano ensangrentada y descomponerse como la sucia podrida babosa que es. ¿Quiere otro whisky, Horne?
JAMES: No, creo que debo irme. Bueno, estoy contento de que no pasara nada. Es un gran alivio para mí.
HARRY: Debe serlo.
JAMES: En realidad mi esposa no ha estado bien últimamente. Demasiado trabajo.
HARRY: Eso es malo. Y bueno, usted sabe cómo es en nuestro ramo.
JAMES: Creo que lo mejor que se puede hacer es llevarla a que tome unas largas vacaciones.
HARRY: Al sur de Francia.
JAMES: A las islas griegas.
HARRY: Por supuesto que es indispensable el sol.
JAMES: Lo sé. Las Bermudas.
HARRY: Perfecto.
JAMES: Bueno, muchas gracias, Sr. Kane, por aclararme la mente. Creo que no voy a hablar de eso cuando llegue a casa. La voy a invitar a salir a tomar una copa o algo así. Olvidarnos de todo.
HARRY: Mejor que se apure. Falta poco para la hora de cierre.

(James se acerca a Bill, quien está sentado.)

JAMES: Lamento haberte cortado la mano. Por supuesto que tuviste suerte al atajarlo. Si no te hubiera podido cortar la boca. ¿No es tan terrible, no es cierto?

(Pausa.)

Mira... en realidad debería disculparme por esta estúpida historia que mi esposa inventó. La culpa verdaderamente es toda de ella, y mía, por creerle. No es tu culpa por tomar las cosas como lo hiciste. Todo este asunto debe haber sido una carga insoportable para ti. ¿Qué te parece si nos damos la mano como prueba de mi buena disposición?

(James le tiende su mano. Bill se frota la mano pero no ofrece la suya.)

HARRY: Dale, Billy, ya estamos hartos de esta estupidez, ¿tú no?

(Pausa.)

BILL: Te voy a... contar... la verdad.

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char