lunes, 27 de junio de 2016

Con la expresiva pluma del relámpago

ANNA SWIR

Anna Swirszcynska
(Varsovia, Polonia, 1909-1984)

GRACIAS, DESTINO MÍO

Me llena una gran humildad,
me llena una gran pureza,
hago el amor con mi amado
como si hiciera el amor muriendo
como si hiciera el amor rezando,
las lágrimas corren
por mis brazos y sus brazos.
No sé si esto es dicha
o tristeza, no entiendo
lo que siento, estoy llorando.
Estoy llorando, es humildad
como si estuviera muerta,
gratitud, te agradezco, destino mío,
soy inmerecedora, que hermosa
mi vida.
***
CORAJE

No seré esclava de ningún amor.
A nadie
devolveré el sentido de su vida,
su derecho al crecimiento constante
hasta el último aliento.

Maniatada por el oscuro instinto
de la maternidad,
sedienta de ternura como el asmático
de aire,
con qué empeño construyo en mí
el hermoso egoísmo humano,
reservado desde hace siglos
para el varón.

Contra mí
están todas las civilizaciones del mundo,
todos los libros santos de la humanidad
escritos por ángeles místicos
con la expresiva pluma del relámpago.
Diez Mahomas
en diez elegantemente enmohecidas
lenguas
me amenazan con la condenación
en la tierra y en el cielo eterno.

Contra mí
está mi propio corazón.
Amaestrado por milenios
en la cruel virtud de la víctima.

Trad. Bárbara Gill.
***
LE TENGO MIEDO AL FUEGO

Por qué tengo tanto miedo
corriendo por la calle
que está ardiendo.

Después de todo, no hay gente aquí
sólo el fuego zumbando hacia el cielo
y ese estampido no es de una bomba,
sólo son tres pisos derrumbándose.

Llamas desnudas liberadas danzan,
agitan sus brazos
a través de los agujeros de las ventanas.
Es pecaminoso
espiar 
llamas desnudas,
es pecaminoso escuchar a escondidas
el discurso del fuego liberado.

Me escapo de ese discurso
que resonó sobre la tierra
mucho antes que el discurso humano.
***
IGUAL POR DENTRO

Mientras iba a tu casa para un banquete de amor 
vi en una esquina 
a una vieja mendiga.

Tomé su mano,
besé su mejilla delicada,
hablamos, ella era
por dentro igual a mí,
de la misma especie,
lo sentí instantáneamente,
como un perro reconoce por el olor
a otro perro.

Le di dinero,
no podía separarme de ella. 
Después de todo, una necesita 
la proximidad de alguien semejante.

Y entonces ya no supe
por qué estaba yendo a tu casa.

Tomados del blog idiomas olvidados, salvo "Coraje".






1 comentario:

marta dijo...

Cada vez que la leo, quiero aprender a decir lo cotidiano con el decir simple y tan doliente y categórico que tiene ella, por ejemplo ese maravilloso poema donde cuenta que si lava una prenda de su padre perderá el último olor de él.

Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char