domingo, 26 de junio de 2016

El amor tiene un triunfo y la muerte tiene otro

Ingeborg Bachmann

(Klagenfurt, Austria, 1926-Roma, Italia, 1973)



Cantos en la huida (Lieder auf der Flucht)
           
            Dura legge d’Amor! ma, ben che obliqua,
            servar convensi; però ch’ella aggiunge
di cielo in terra, universale, antiqua.
                                   Petrarca, I Trionfi      
I                                                                                                       
Se rompe el gajo en la nieve,
se desmorona el peldaño,
tiesa brilla la ciudad en
reflejo de invierno extraño.

Los chicos gritan y trepan
por la montaña hacia arriba,
comen de la blanca harina
e idolatran al cielo.

El resplandor del invierno,
la mandarina dorada,
está en acción en el viento.
Rueda la roja naranja.

(I // Der Palmzweig bricht im Schnee,/die Stiegen stürzen ein,/die Stadt liegt steif und glänzt/im fremden Winterschein. // Die Kinder schreien und ziehn/den Hungerberg hinan,/sie essen vom weißen Mehl/und beten den Himmel an.// Der reiche Winterflitter,/das Mandarinengold,/treibt in den wilden Böen./Die Blutorange rollt.)


II                                                                                                     
Pero en cambio yo estoy sola,
impedida del hielo, toda herida.

La nieve no me ha atado todavía
una venda en la mirada.

Los muertos, a mí apretados,
en mil lenguas encuentran su silencio.

Nadie me quiere ni lleva
por mí encendida una lámpara.

(II // Ich aber liege allein/im Eisverhau voller Wunden.//Es hat mir der Schnee/noch nicht die Augen verbunden.// Die Toten, an mich gepresst,/schweigen in allen Zungen.// Niemand liebt mich und hat/für mich eine Lampe geschwungen!)


VII                                                                                                   

Por dentro son tus ojos dos ventanas
y en una tierra me hallo, de claridad rodeada.

Por adentro es tu pecho un mar profundo,
que hasta el fondo me arrastra.
Por dentro pasarelas son tus muslos
para mis barcos, retornando a casa 
de tantos largos viajes.

Y mi dicha entrelaza una cuerda de plata
que me tiene amarrada.

Dentro es tu boca un nido
de plumas a mi lengua que alza el vuelo.
Tiene adentro tu carne la luz de los melones,
sin fin dulce y sabrosa.
Y por dentro tus venas son tranquilas,
repletas con el oro
lavado por mis lágrimas,
que algún día tendrá su recompensa.

De títulos que acoges, luego abrazan tus pobres
los bienes que primero a ti se otorgan.

Por adentro tus pies jamás caminan,
sino que ya han llegado a mi tierra deseada.
Por dentro son tus huesos flautas claras
de las que saco tonos hechiceros
que sabrán cautivar también la muerte…


(VII // Innen sind deine Augen Fenster/auf einem Land, auf dem ich in Klarheit stehe.// Innen ist deine Brust ein Meer,/das mich auf den Grund zieht./Innen ist deine Hüfte ein Landungssteg/für meine Schiffe, die heimkommen/von zu großen Fahrten.//Das Glück wirkt ein Silbertau,/an dem ich befestigt liege.//Innen ist dein Mund ein flaumiges Nest/Für meine flügge werdende Zunge./Innen ist dein Fleisch melonenlicht,/süß und genießbar ohne Ende./Innen sind deine Adern ruhig/und ganz mit dem Gold gefüllt,/das ich mit meinen Tränen wasche/und das mich einmal aufwiegen wird.//Du empfängst Titel, deine Armen umfangen Güter,/die an dich zuerst vergeben werden.//Innen sind deine Füße nie unterwegs,/sondern schon angekommen in meinen Samtlanden./Innen sind deine Knochen helle Flöten,/aus denen ich Töne zaubern kann,/die auch den Tod bestricken werden …)

XV                                                                                                   

Tiene el amor un triunfo y la muerte tiene uno,
el tiempo y el tiempo después.
Para nosotros no hay ninguno.

Sólo el derrumbe de estrellas. Resplandor y silencio.
Mas por sobre el polvo el canto
nos ha de superar.

(XV // Die Liebe hat einen Triumph und der Tod hat einen,/die Zeit und die Zeit danach./Wir haben keinen.//Nur Sinken um uns von Gestirnen. Abglanz und Schweigen./Doch das Lied überm Staub danach/wird uns übersteigen.)

Versiones de Irene M. Weiss

 ***
Otra versión

Dura legge d'Amor! ma, ben che obliqua,
Servar convensi; però ch'ella aggiunge
Di cielo in terra, universale, antiqua
Petrarca, "I Ttriunfi"

I
La hoja de palma se parte con la nieve,
las escaleras se derrumban,
la ciudad yace tiesa y brilla
en el extraño resplandor de invierno.

Los niños gritan y suben
a la colina del hambre,
comen de la blanca harina
y rezan al cielo.

La rica quincalla invernal,
el oro de las mandarinas,
vuela en las ráfagas salvajes.
Rueda la naranja sanguina.

II
Yo, sin embargo, yazgo solo
encerrado en hielo, lleno de heridas.

Todavía la nieve
no me vendó los ojos.

Los muertos, abrazados a mí,
callan en todas las lenguas.

¡Nadie me ama ni ha agitado
una lámpara para mí!

X
¡Oh amor, que rompiste y tiraste
nuestras cortezas, nuestro escudo,
el cobijo y la herrumbre marrón de años!

¡Oh penas, que pisándolo apagaron nuestro amor,
su fuego húmedo en las partes sensibles!
Llena de humo, sucumbiendo en el humo, la llama se repliega.

XII
Boca que durmió en mi boca,
ojo que vigiló mi ojo,
mano-

y los que me arrasaron, los ojos!
¡Boca que pronunció la sentencia,
mano que me ejecutó!

XV
El amor tiene un triunfo y la muerte tiene otro,
el tiempo y el tiempo de después.
Nosotros no tenemos ninguno.

A nuestro alrededor sólo hundirse de astros. Destellos y silencio.
Mas la canción por encima del polvo después
va a superarnos.

De Invocación a la Osa Mayor, Ediciones Hiperión, 2001.
Versión de Cacilia Dreymüller y Concha García.

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char