Cesare Pavese
(Santo Stefano Belbo, 1908- Turín, Italia, 1950)
Atlantic Oil
El mecánico borracho está feliz tirado en una zanja.
Desde la piola, de noche, en cincos minutos por el prado, *
uno está en casa; pero primero está el fresco de la hierba
para gozarlo, y el mecánico duerme y ya llega el alba.
A dos pasos, en el prado, se alza el cartel
rojo y negro: quien se acerca mucho no llega a leerlo,
tan grande es. A esta hora, está todavía húmedo
de rocío. El camino, de día, lo cubre de polvo,
como cubre los arbustos. El mecánico, abajo, se estira en el sueño.
El silencio es extremo. Dentro de poco, bajo la tibieza del sol,
pasarán los autos sin descanso, despertando el polvo.
De golpe, en la cima de la colina, ralentan un poco;
luego se tiran hacia la curva. Alguno se para
en el polvo, frente al garaje, que lo llena de litros.
Los mecánicos, un poco atontados, estarán a la mañana
sobre los bidones, sentados, esperando un trabajo.
Es un gusto pasarse la mañana sentado en la sombra.
Aquí el hedor de los aceites se mezcla al olor de verde,
de tabaco y de vino, y el trabajo los viene a buscar
a la puerta de casa. Cada tanto, hay para divertirse:
campesinas que pasan y le echan la culpa, de animales y esposas
asustadas, al garaje que mantiene ese tráfico;
campesinos que miran torvos. Cada uno, de vez en cuando,
hace una bajada rápida a Turín, y regresa más despejado.
Después, entre reír y vender nafta, alguno se para:
estos campos, si uno los mira, están llenos de polvo
del camino y, si uno se sienta en la hierba, se viene encima.
Entre las cuestas, siempre hay una viña que gusta más:
terminará en que el mecánico se casa con la viña
que le gusta y con su chica, y saldrá con el sol,
pero a zapar, y llegará con todo el cuello negro,
y beberá de su vino, prensado las tardes de otoño en la bodega.
También de noche pasan autos, aunque silenciosos,
tanto que al borracho, en la zanja, no lo han despertado.
En la noche no levantan polvo, y el haz de los faros
revela todo el cartel, sobre el prado, en la curva.
Bajo el alba, los autos van cautos y no se oyen ruidos,
salvo el de la brisa que pasa, y, alcanzada la cima,
se pierden en la llanura, hundiéndose en la sombra.
* Piola: modo dialectal piamontés por fonda
Versión de Jorge Aulicino
De Trabajar cansa.
Ilustración: Pavese Nove da Firenze
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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char
No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char
René Char
No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char
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