martes, 30 de agosto de 2016

¿Pero de qué sirve la luz?

Pier Paolo Pasolini
(Bolonia, Italia, 1922-Ostia, id., 1975) 

De "Transhumanar y organizar", 1.
Uno de tantos epílogos

Ay Ninarieddo, te acuerdas de aquel sueño...
del que hablamos tantas veces...
Yo estaba en el auto, y me iba solo, con el asiento
de al lado vacío, y tú me corrías;
a la altura de la ventanilla todavía semiabierta,
corriendo ansioso y obstinado, me gritabas,
con un poco de llanto infantil en la voz:
"Eh Pa', ¿me llevas? ¿Me pagas el viaje?"
Era el viaje de la vida: y sólo en sueños
osaste descubrirte y pedirme algo.
Tú sabes muy bien que el sueño fue parte de la realidad;
y no es un Ninetto soñado el que dijo aquellas palabras.
Es tan cierto que cuando lo hablamos enrojeces.
Ayer, en Arezzo, en el silencio de la noche,
mientras el guardia cerraba con la cadena la reja
a tus espaldas, y tú estabas por desaparecer,
con tu sonrisa relampagueante y bufa, me dijiste... "¡Gracias!".
"¿Gracias, Niné?" Es la primera vez que me lo dices.
Y de hecho te das cuenta y te corriges sin cambiar la cara
(en eso eres un maestro) bromeando:
"Gracias por el pasaje". El viaje que tú querías
que te pagase era, repito, el viaje de la vida:
en aquel sueño de hace tres o cuatro años yo he decidido
aquello de lo que mi equívoco amor por la libertad era enemigo.
Si ahora me agradeces por el pasaje... Dios mío,
mientras estás preso, tomo con miedo
el vuelo hacia un lugar lejano. De nuestra vida soy insaciable,
porque una cosa única en el mundo no puede ser jamás agotada.

***
De "Las cenizas de Gramsci"

IV 

El escándalo de contradecirme, de estar
contigo y contra ti; contigo en el corazón,
a la luz, contra ti en las oscuras vísceras;

de mi paterna condición, traidor
-en el pensamiento, en una sombra de acción-,
me sé a ella unido en el calor

de los instintos, de la estética pasión;
atraído por una vida proletaria
anterior a ti, y para mí religión

su alegría, no la milenaria
lucha suya; su naturaleza, no su
conciencia: es la fuerza originaria

del hombre que se ha perdido en el acto,
al darle la ebriedad de la nostalgia,
una luz poética: y más

no sé decir, que no sea
justo pero no sincero, abstracto
amor, no dolorosa simpatía...

Como los pobres, pobre, me ato
como ellos a humillantes esperanzas,
como ellos para vivir me bato

cada día. Pero en la desoladora
condición mía de desheredado,
yo poseo: y es la más exaltante

de las posesiones burguesas el estado
más absoluto. Pero como yo poseo la historia,
ella me posee; ella me ha iluminado:

¿pero de qué sirve la luz?

Nada personal, Ediciones en Danza, 2016.
Selección, versiones, prólogo y notas de Jorge Aulicino.

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char