KATO MOLINARI
(Alta Gracia, Córdoba, Argentina. Reside en Buenos Aires)
LOS TRABAJOS MÁS NOBLES DE LA TIERRA
Para explicarse el universo entero y sus engrenajes,
Descartes se crispaba frente a un luminoso
discurso por escribir.
Con Cándido nacido o por nacer,
Y transido de amor por Madame du Châtelet,
Voltaire sonreía y crecía hasta
sus rasgos parecían hermosos.
En el País de Prospère había regocijo
Y escándalo en el País oficial,
Con la Bella Otero.
Coquetas salas de Europa
se poblaron de infinitos y falsos Corot.
(Corot vivía y también él sonreía.)
Curie y señora lejos de toda envidia,
huéspedes mesurados del esplendor,
investigaban.
Los que restañan y curan,
los que esparcen belleza,
cumplen con los trabajos más nobles de la tierra.
**
PRIMER ÁNGEL
-Primer ángel, ven a mí.
-No puedo porque está el diablo.
-¡Abre tus alas y ven a mí!(Ronda de niñas)
Contemplación de un recuerdo vacío
de las retamas de mi niñez morosidad
en la reconstrucción de dos iniciales, de dos
nombres idénticos, caídos del cielo a cascotazos,
de la higuera, ángel exterminador,
cómo empezar esta historia si yo me había desacostumbrado
al amor cómo acerearme y decirte que te digo ¿dónde?
¿A dónde vamos, mi bella? preguntarás. No sé cómo te las
ingeniarás pero por ahora me basta que pienses en mí hasta
dormido, que en medio de la espesa noche te despertés y
grités mi nombre y empecés a acariciarme la cara, a besarme.
Ángel, esto es lo inesperado. Yo te conocía, no te conocía
pero qué hacer no puedo hacer más que esperar el día que
nos encontraremos.
Iré vestida de gitana, de bailarina rusa, con tailleur de Chanel,
con camisón de satén de color de la aguamarina. Y descalza.
(¿Imaginás la cara de los guardianes cuando mne anuncie?)
Una rosa en la mano será mi contraseña.
Vos estarás mirando el reloj, llegaré diez minutos tarde como
buena hija de puta para que te sobresaltés. Cuando llegue a
tus brazos me mirarás y yo me limitaré a extraviarme entre
tus brazos.
Me olerás, eso sí, me olerás. Y me dirás: -Molinari. - Sí,
contestaré.
**
LAS ROSAS
¡Oh, por favor, las rosas!
Las rosas eran los aciertos translúcidos
del atardecer, en Alta Gracia.
Raimundo, el jardinero,
con el rastrillo y un pedazo de pan
se internaba en otro territorio.
-Vea, niñita, vea, la señora mayor
me ha dado pan con dulce de membrillo.
El dulce eran las huellas sanguinolentas
de sus desdentadas encías de loco
clavadas en el pan francés.
Pero las rosas, ah, las rosas,
cuántas y tan conmovedoras.
Era la época de los tuberculosos y
algunos se extinguían antes que ellas.
Claro está, nada empañaba el atardecer.
¡Oh, por favor, las rosas!
**
OTRA CLASE DE TOXINAS
Examen exactitud exacciones no quiero verlo más
es venenoso y él lo sabe
Confitería con primer piso esto quiero decir
con montacargas esto quiero decir con billares
con soplones de la policía esto quiere decir
con baños dudosos con mozos ladrones ocasionales
Esto quiere decir con algún muerto invernal e intempestivo
esto quiere decir con plantas artificiales con miradas insolentes
busconas distraídas con miradas que se despidieron de mirar
esto quiere decir con cerveza con maní y aceitunas verdes
Esto quiere decir con cristales empeñados
urgencias de toda índole esto quiere decir con
decepciones y estrategias renacimientos obstinados
Esto quiere decir luces que se apagan
persianas que se cierran el descanso del neón
la oquedad del espejo esto quiere decir
que llega la reina noche
y hace lo suyo
Lo suyo lo tuyo y lo mío
Esto quiere decir por nosotros gran apiadada
**
TODO RATATATÁ, TODO RATATATÁ
Dulce y repetido y empalagoso es el gusto de este chocolate de utilería que venden en los kioscos. Yo me dejo estar, me dejo vender (?) y engordo. Si pude prescindir del amor cuando no me gustó su condición por qué no hacer lo mismo con el chocolate. Todos sabemos que debo mantenerme longilínea, aerógrafa, como cuando era modelo de Man Ray. Todo ratatatá, todo ratatatá.
**
Sucesivas
Toma uno:
todo el mundo llegó.
Se presentó alguien de piel blanquísima:
insoportable.
La tez granate de otro/a ahuyentó el
escaso mérito del momento.
Toma dos:
Eric Satie, sus mejores estudios están
encerrados en una
casete que me regalarán.
Todo el mundo llegó. Faltaban
sillas, vasos, mandolinas.
Entre dos se produjo una empatía sin
pronóstico.
Todo el mundo llegó y ofreció (¿el
mejor postor?) pero yo amé
Al que me llenó los brazos de
retamas.
Toma tres:
estoy pero no estoy,
la cama empieza a navegar.
**
EL VIENTO SE HA ENOJADO CONMIGO
El viento se ha enojado conmigo. Dice que no tengo
fortaleza suficiente para enfrentarlo
a seiscientos metros sobre el nivel del mar.
El viento es un capítulo aparte. Nadie como él
para levantar faldas, para toquetear,
para despertar aromas y olores.
El viento no puede quedarse quieto
en esta región desolada.
El viento conduce a la comprensión de las marañas,
de los nudos gordianos.
Lleva un hacha en la mano y su brazo
es un estigma, una úlcera, una llaga.
El viento me despeina, me peina.
Me inaugura. Las fosas nasales no logran
eludirlo.
El viento se ha enojado conmigo, bis.
De Antología 1972-2004, Ediciones Biblioteca Nacional, 2011.
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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char
No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char
René Char
No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char
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