miércoles, 5 de octubre de 2016

Bienvenidas son las migajas

Nebojša Vasović
Tomada de Vallejo & Co.

[Neboisha Vásovich]
(Serbia, 1953. Reside en Toronto, Canadá, desde 1988)

En el Juicio Final,
lo más terrible son las moscas
que vuelan y molestan al Juez.
*

Cuanto más amo a los cipreses,
más amo a los eucaliptos.
El amor monógamo no existe.
*

Me acuerdo de aquellos hermosos
días cuando no tenía
que acordarme
de los días hermosos.
*

En esta hambruna
bienvenidas son las migajas,
pequeñas mamas de harina.

*

Hace 2556 años,
nació Confucio.
Parece que fue ayer.

De Poemas cortos. Vallejo & Co., 2016

***
A los hombres nada los mantiene tanto a distancia como la modestia. Por eso, el misántropo a menudo se pone la máscara del hombre modesto.
*
Después de diez años de matrimonio, el marido y la mujer son como hermano y hermana. Después de veinte años, son como dos hermanas.
**
Es interesante cómo el hombre, cuyo cuerpo se compone de setenta por ciento de agua, es tan avaro cuando se trata de las lágrimas.
**
El hombre que vive demasiado rápido, un día u otro puede pensar que es un genio. No es milagro alguno que la genialidad sea una enfermedad exclusivamente urbana. Quienes viven en los pueblos, los desiertos y las montañas, muy raramente se enferman de genialidad.
*
En los ancianos se puede percibir cierto pudor, propio sólo de ellos. Se avergüenzan no tanto de seguir vivos, a pesar de su ancianidad; ellos se avergüenzan de aquello que han vivido y que la muerte no podrá borrar.

Traducción de Jelena Rastovic
Apuntes de Nebojša Vasovic
Tomado de La Jornada Semanal. Selección del autor.
Cortesía de Hugo Luna

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char