ADRIENNE RICH
(Baltimore, EE.UU., 1929-Santa Mónica, California, EE.UU., 2012)
Para esto
Si he alargado la mano para coger tus versos
(sí lo he hecho)
como cartas de los muertos que remueven los nervios
sofocándote como para un manantial
que regara mi sed
cavado en mi abono esqueletos y pétalos
tú ciertamente querías atrapar la luz:
–trabajando en mi carcomido subterráneo de vigas podridas
subterráneo sin patria
¿puedo pedir clemencia?
Si te he tocado el dedo
con una lengua voraz
lamido de la palma una grieta de sal
si te he soñado o pensado
una jauría de sangre recién sacada
colgando rojo oscuro de un gancho
más alto que mi corazón
(tú que entiendes transfusión)
dónde más debería apelar?
Una luz de situación está bajo
mientras que las llamas de mecheros de gas duermen
(un gato alejado a pataditas desde el horno
al hielo nocturno)
lenguaje raro y ágil como la verdad
derrite el silencio más inextricable
La ética de un vigilante de faro:
cuidas a todos o a nadie
para esto puede que prendas fuego a tus muebles
Un esto sobre el que hemos metido la pata
como si la lámpara pudiera apagarse a tu antojo
el rescate denegado para algunos
y todavía un faro sea.
Traducción de Emilia del Río
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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char
No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char
René Char
No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char
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