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Adélia Luzia Prado Freitas
(Divinópolis, Minas Gerais, Brasil, 1935)
Formas
De una sola manera se puede decir a alguien:
“no te olvido”.
La cuerda del violoncello queda vibrando sola
bajo un arco invisible
y los pecados desaparecen como ratas al descubierto.
Mi corazón asombra porque late
y hay sangre en él y va a parar un día
y se vuelve un tambor patético
si decís en mi oído:
“no te olvido”.
Manchas de luz en la pared,
una jarra pequeña
con tres rosas de plástico.
Todo en el mundo es perfecto
Y la muerte es amor.
**
Esquela de la muchacha osada
Jonathan,
aquí hay nazis desconfiados.
Ponete aquella camisa que detesto
-comprada en el Bazar Marruecos-
y venite como si fueras a reparar mi ducha.
Aprovechá el martes que mi padre va con mi madre
a visitar a la tía Quita a Lajeado.
Si cambiaran de idea, te mando una nueva esquela.
Vení sin paraguas –aunque esté lloviendo.
No aguanto más al tío Emilio que sabe y finge no saber
que noviamos a escondidas y vive poniéndote sobrenombres.
Eso que dijiste el otro día en la fiesta del campo
suena hasta hoy como música en mis oídos:
“no paro de pensar en vos”.
Yo también, Natinho, ni un minuto.
El martes, a las dos de la tarde,
hora en que sólo si el mundo acabara
dejaría de verte.
Con preocupación
Antonia.
Trad. Graciela Cros
**
Lo que existen son las cosas,
no las palabras . Por eso
te escucharé sin cansarme recitar en búlgaro
como podría mirar durante horas montañas o
nubes.
Señales valen palabras,
palabras valen cosas,
cosas no valen nada.
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