(Jaú, Brasil, 1930–Campinas, id., 2004)
II
Lo que quedó de mí
más allá de mí misma
no lo sé
Ni lo digas a los niños
porque en lo que quedó
la palabra de amor
está partida
imperceptible sombra
de flor en el frágil ramo.
Ni lo digas a los hombres.
Era el río
y antes del río había arena.
Era playa
Y después de la playa estaba el mar.
Era amigo
¡ah! Y si hubiera existido
quién sabe resultaba eterno.
Nada quedó de mí
más allá de mí misma.
Tenue voluntad de poesía
e incluso eso
Imperceptible sombra
de flor en el frágil ramo.
Versión de Salvador Viedma. Caleta Olivia ediciones, col Traducciones, Buenos Aires, 2017.
**
16
No es verdad.
No todo fue tierra y sexo
en mí
si soy poeta
es porque también
se hablar de amor
suavemente.
Y como nadie se
acariciar
la cabeza de un perro
en la madrugada.
**
Que las barcazas del Tiempo me devuelvan
la primitiva urna de palabras.
que me devuelvan a ti y a tu rostro
como lo conocí desde siempre: punzante
pero centellante de vida, renovado
como si el sol y el rostro caminasen
porque venia de uno la luz del otro.
Que me devuelvan la noche, el espacio
para sentirme tan vasta y poseída
como si aguas y maderas de todas las barcazas
se hiciesen materia rediviva, adolescencia y mito.
Que te devuelva la fuente de mi primer grito.
**
III
Descansa.
El hombre ya se hizo
el oscuro ciego rabioso animal
que pretendías.
Traducciones: Leo Lobos
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