Mauricio Rosencof
(Florida, Uruguay, 1933)
Poemas escritos estando preso durante 13 años, parado en una celda de dos por uno, incomunicado y sin agua. Inventó una clave morse y conseguía hojas para armar cigarrillos que salieron escondidas en los dobladillos de las camisas que iban a ser lavadas.
1
He
vuelto
a conversar
con la
alpargata.
No debo
hacerlo
más.
Evitaré
en lo
sucesivo
su mirada.
**
24
En el muro
los pájaros mancha
anuncian humedad.
Es la estación
de las lluvias
en el más allá.
**
66
Te silbo
bajito
pensamiento
triste,
tango.
Que no
te vayan
a escuchar.
**
84
Te has posado en la reja, hijita.
¿Qué haces allí? Vete.
Afuera corren los risueños aires de abril.
¿Por qué rondas y rondas
como una mariposa
en este pozo?
En el follaje vibra una tarde de otoño.
¿La oyes? Vete.
Vete, que donde tú vayas yo vivo en ti.
Anda, fantasmita:
Elige un lugar al sol,
tómame de la mano
y vete.
De Conversaciones con la alpargata, Editorial Arca, 1985.
***
Nepo
Tenía
un garabato en la cabeza
y el andar tranquilo.
Nos miramos de lejos,
sin poder hablar.
**
Te acordás
¿Te acordás, Ñata,
del Parque Rodó?
La noche rondando
los faroles
silenciosa,
***
Nocturno
Crecimos, ella empezó a trabajar
en una farmacia del Cordón.
Salía a las 7 y en alguna ocasión
arreglaba mis cosas para irla a buscar
me pasaba en la vidriera para verla despachar
rubia, de blanco almidón
y eran tales sus gracias y mi metejón
que no había caso y me ponía a fumar
bajábamos del bondi en la otra parada
ganando dos cuadras para caminar
y mirando atentos que nadie viera nada
en los racimos de sombra nos íbamos a ocultar
Ella se limpiaba la boquita pintada
y aquello era una de besar y besar...
**
Otoño
Aquella tarde de otoño era dorada
árboles y casas tras un tour amarillento
las copas calmas... el cielo tenue
el sol más lento...
sus ojos sonreían estaba enamorada...
Caminábamos los dos la hora encantada
en que el farol garúa su primer aliento
cuando salta a su paso un presentimiento
“...Dios mió...”
dice... “ que nunca pase nada”
qué puede pasar?...
nada nada va a pasar no sé...
no sé...
“...es que todo es tan hermoso”
nos besamos con miedo y volvimos a andar
pero tanto silencio se nos hizo penoso
entonces eligió hojitas secas para pisar
y el juego volvió el dorado más luminoso.
De La Margarita, Historia de amor en 25 sonetos (Editorial Colihue, 1994)
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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char
No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char
René Char
No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char
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