miércoles, 21 de marzo de 2018

“...Es que todo es tan hermoso”

Mauricio Rosencof

(Florida, Uruguay, 1933)

Poemas escritos estando preso durante 13 años, parado en una celda de dos por uno, incomunicado y sin agua. Inventó una clave morse y conseguía hojas para armar cigarrillos que salieron escondidas en los dobladillos de las camisas que iban a ser lavadas.

1
He 
vuelto
a conversar
con la 
alpargata.
No debo 
hacerlo 
más.
Evitaré 
en lo 
sucesivo
su mirada.  
**
24
En el muro
los pájaros mancha
anuncian humedad.
Es la estación
de las lluvias
en el más allá.
**
66
Te silbo
bajito
pensamiento
triste,
tango.
Que no 
te vayan 
a escuchar.
**
84
Te has posado en la reja, hijita.
¿Qué haces allí? Vete.
Afuera corren los risueños aires de abril.
¿Por qué rondas y rondas
como una mariposa
en este pozo?
En el follaje vibra una tarde de otoño.
¿La oyes? Vete.
Vete, que donde tú vayas yo vivo en ti.
Anda, fantasmita:
Elige un lugar al sol,
tómame de la mano
y vete.

De Conversaciones con la alpargata, Editorial Arca, 1985.
***
Nepo

Tenía 
un garabato en la cabeza 
y el andar tranquilo. 
Nos miramos de lejos, 
sin poder hablar.
**

Te acordás
¿Te acordás, Ñata, 
del Parque Rodó? 
La noche rondando 
los faroles 
silenciosa,
***
Nocturno 

Crecimos, ella empezó a trabajar 

en una farmacia del Cordón. 
Salía a las 7 y en alguna ocasión 
arreglaba mis cosas para irla a buscar 
me pasaba en la vidriera para verla despachar 
rubia, de blanco almidón 
y eran tales sus gracias y mi metejón 
que no había caso y me ponía a fumar 
bajábamos del bondi en la otra parada 
ganando dos cuadras para caminar 
y mirando atentos que nadie viera nada 
en los racimos de sombra nos íbamos a ocultar 

Ella se limpiaba la boquita pintada 
y aquello era una de besar y besar... 
**
Otoño 

Aquella tarde de otoño era dorada 
árboles y casas tras un tour amarillento 
las copas calmas... el cielo tenue 
el sol más lento... 
sus ojos sonreían estaba enamorada... 

Caminábamos los dos la hora encantada 
en que el farol garúa su primer aliento 
cuando salta a su paso un presentimiento 
“...Dios mió...” 
dice... “ que nunca pase nada” 
qué puede pasar?... 
nada nada va a pasar no sé... 
no sé... 
“...es que todo es tan hermoso” 
nos besamos con miedo y volvimos a andar 
pero tanto silencio se nos hizo penoso 
entonces eligió hojitas secas para pisar 
y el juego volvió el dorado más luminoso. 

De La Margarita,  Historia de amor en 25 sonetos (Editorial Colihue, 1994)

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char