martes, 2 de octubre de 2018

¿En dónde estaban todos ni hace veinte años?

ROBERT FROST

(California, EE.UU., 1874-Boston, id., 1963)

 «Una poesía comienza con un nudo en la garganta, un sentimiento de nostalgia, o una pena de amor. Consiste en una tentativa para encontrar una expresión y un esfuerzo para encontrar un apaciguamiento. Una poesía está acabada y completa cuando una emoción ha encontrado un pensamiento que la expresa, y el pensamiento una palabra.»
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Nada dorado permanece

El primer tinte de la naturaleza es dorado,
Para mantener su verde más intenso.
Su hoja temprana va floreciendo
Y vive apenas una instante.
La hoja muere al caer, danzante,
Como se hundió el Edén muy a su pesar,
Así el alba día a día desciende,
Pues nada dorado permanece.

Versión sin datos
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Nothing Gold Can Stay

Nature's first green is gold,
Her hardest hue to hold.
Her early leaf's a flower;
But only so an hour.
Then leaf subsides to leaf.
So Eden sank to grief,
So dawn goes down to day.
Nothing gold can stay.

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Polvo de nieve

La forma en que un cuervo
sacudió sobre mí
el polvo de nieve
desde un abeto

imprimió a mi corazón
un cambio de humor
y salvó alguna parte
de un día que había lamentado.

Versión de Jorge Aulicino
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Directriz

Atrás, lejos de todo este presente que nos es excesivo,
atrás hacia una época simplificada por la pérdida
de detalle, quemada, diluida, y resquebrajada
como un mármol del cementerio a la intemperie,
en una casa que ya no es una casa
en una granja que ya no es una granja
y en una ciudad que ya no es una ciudad.
Allí la carretera, si te dejas dirigir por un guía
que de corazón desee solamente tu extravío,
podría dar la impresión de haber sido una cantera:
enormes rodillas monolíticas que la antigua ciudad
hace tiempo que renunció a mantener tapadas.
Y hay una historia en un libro que lo cuenta:
además del desgaste de las ruedas de los carros
las vetas muestran líneas de sureste a noroeste,
la labor del cincel de un Glaciar descomunal
que apoyaba ambos pies firmemente en el Ártico.
No debe inquietarte su frescor que dicen
aún ronda por esta ladera de la Montaña Panther
Ni tiene que inquietarte la múltiple ordalía
de ser observado desde cuarenta sótanos en ruinas
como por tantos pares de ojos desde cuarenta toneles.
En cuanto a la agitación de los árboles sobre ti,
que transmiten ráfagas de ligeros susurros a sus hojas,
adjudícaselo a la arrogante inexperiencia.
¿En dónde estaban todos ni hace veinte años?
Se creen muy importantes por haber puesto a la sombra
unos pocos viejos manzanos agujereados por los picos.
Improvisa una alegre cancioncilla sobre cuando ésta era
antes la carretera que iba del trabajo a la casa de alguien,
el mismo que tal vez vaya a pie solo un poco más adelante
o haciendo chirriar una carreta con una carga de grano.
La cumbre de la aventura es la cumbre
de la región en la que las costumbres de dos pueblos
se fundían una en la otra. Ambas se han perdido.
Y si estás suficientemente perdido como para encontrarte
a estas alturas, recoge la escalera de la carretera tras de ti
y cuelga una señal de CERRADO para todos salvo para mí.
Después haz como si estuvieras en tu casa. El único prado
que queda ahora no es más grande que una matadura.
Primero encontrarás la casa imaginaria de los niños,
unos pocos platos hechos añicos bajo un pino,
los juguetes de la casa de juegos de la infancia.
Llora por las pequeñas cosas que los hacían felices.
Después por la casa que ya no es más una casa,
sino solo las enliladas ruinas de un sótano que ahora
se cierran poco a poco como una mella en la masa
   del pan.
No se trataba de una casa de juegos sino de una
   de veras.
Es a la vez tu destinación y tu destino
un riachuelo que fue el agua corriente de la casa,
frío como un manantial aún cerca de su fuente,
demasiado elevado y reciente para embravecerse.
(Sabemos de las corrientes del valle que al excitarse
dejan sus harapos colgando de espinas y de púas).
He mantenido oculto bajo el arco del pie
de un viejo cedro junto a la orilla del río
un viejo cáliz quebrado parecido al Grial
bajo un hechizo para que no lo halle quien no debe,
y así no encuentre salvación, como dice San Marcos.
(El cáliz lo robé de la casa de juegos de los niños).
Aquí tienes tus aguas y aquí tu abrevadero.
Bebe y vuelve a estar completo, libre de confusión.

Poesía completa. Traducción de Andrés Catalán para Ediciones Linteo (España, 2017).

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char