Mary Wollstonecraft Shelley
(Londres, Inglaterra, 1797- 1851)
Stanzas: ¡Oh, ven en mis sueños, amor!
¡Oh, ven en mis sueños, amor!
No hay otro feliz deseo;
Ven entre destellos, amor,
Cierra mis ojos con tus besos.
Dicen las fábulas viejas:
Amor visitó a una griega criada
Pero ella rompió la magia sagrada
Y despertó con su fe traicionada
Pero velará mi vista sueño gentil,
Y será sombría lámpara de psiquis
Cuando, en las visiones del dormir,
tú renueves tus votos hacia mí.
¡Y, ven en mis sueños, amor!
No hay otro feliz deseo;
Ven entre destellos, amor,
Cierra mis ojos con tus besos.
*
Stanzas: Oh, come to me in dreams, my love!
Oh, come to me in dreams, my love!
I will not ask a dearer bliss;
Come with the starry beams, my love,
And press mine eyelids with thy kiss.
’Twas thus, as ancient fables tell,
Love visited a Grecian maid,
Till she disturbed the sacred spell,
And woke to find her hopes betrayed.
But gentle sleep shall veil my sight,
And Psyche’s lamp shall darkling be,
When, in the visions of the night,
Thou dost renew thy vows to me.
Then come to me in dreams, my love,
I will not ask a dearer bliss;
Come with the starry beams, my love,
And press mine eyelids with thy kiss.
Traducción: Andrea Rivas.
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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char
No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char
René Char
No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char
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