VANINA COLAGIOVANNI
(Buenos Aires, Argentina, 1976)
I
Las revistas apiladas en el canasto
sentados con marcas en la ropa
piernas pesadas, caras de pez fuera del agua
en las fotos coloridas de la revista
corredores de maratón
con pantorrillas huesudas
escucho un grito atrás de la puerta
una suerte de tía
hace quedar mal a esos hombres solos
atontados de analgésicos que cuelgan un cartel
de silencio o no fumar
los cuerpos se descomponen
por cualquier cosa.
En un musical las enfermeras bailarían
con sus bandejitas plateadas
píldoras de colores, vendajes
residentes de ambo verde agua
esos sombreritos
extendiendo los brazos hacia los pasillos
azafatas que indican
el recorrido a los enfermos terminales
estamos por despegar al más allá
adormecidos, narcóticos
qué viaje nos espera.
(De Sala de espera)
***
El ajedrecista
Está sentado, la cabeza apoyada en una mano,
en la parte más ruidosa del café.
Envuelto en el ensueño temprano
fija la mirada en un punto impreciso entre los libros,
papeles apilados y una partida de ajedrez
sin terminar.
El reflejo le hace bajar los párpados
hasta la mitad de los ojos oscuros.
Sobre una hoja en blanco
decide hacer un mapa de su vida:
las ciudades en las que vivió
los desvíos, las mudanzas,
y el dibujo vacilante
que no representa para los demás
otra cosa que un garabato infantil,
con la forma vaga de un rostro,
para él es un laberinto,
una brusca revelación.
(De Travelling)
***
Slovaquia
La chica repite “slovaquia”
tratando de decir algo más
que se detiene, resistiéndose a salir.
Cada vez que lo dice, la “s” emite
un leve zumbido que turba sus labios
la boca se recorta del rostro,
opacando sus ojos grises,
atrapándome en una inmovilidad obscena
en la pausa de la propia contemplación
del momento discontinuo,
hasta que sin aviso
vuelvo a la velocidad del mundo
al asiento del tren
extrañamente familiar.
Podría ir a Eslovaquia, pienso,
mientras recuerdo sus labios
y de nuevo vienen, un momento después, sus palabras
la palabra
slovaquia
y la lengua
da un golpecito mecánico en el paladar.
(De Travelling)
***
Azul pálido
es el color del oxígeno en estado sólido
el de un día de duelo que comienza cuando el sol
enceguece apuntando directo a los ojos
y la caravana
de pensamientos sobre el pasado arruga el ceño
no va del presente al pasado la memoria
es al revés
cada vez que se llega al día de hoy
es porque se atravesó una bruma de días
-descoloridos, vacantes-
que resuenan como un pasillo vacío antes de que lleguen
los objetos a traer otra acústica
mudarse es cambiar de sonidos
habito otro espacio
después de haber recorrido una hilera de recuerdos
que no dan sentido alguno
pero de un modo u otro
llegan a hoy
y a este
azul irrespirable.
(De Lo último que se esfuma)
***
Páramo
Que la musa aspiradora barra
con todo y con todos
que declare estrépitos
y se siente a esperar que los suburbios de una imagen exploten.
(De Lo último que se esfuma)
**
Estos poemas han sido publicados por Gog y Magog Ediciones, editorial que integra desde 2007 con Laura Lobov, Julia Sarachu y Miguel Ángel Petrecca.
*
Foto: tomada de http://poesiadelmondongo.blogspot.com
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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char
No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char
René Char
No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char
2 comentarios:
¡Gracias por compartir!
Siempre es bueno, conocer y generar.
Alicia
Gracias a vos, Alicia; Irene
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