sábado, 26 de octubre de 2013

La nave aullante del viento

GRACE NICHOLS

(Georgetown, Guyana, 1950)

La mujer negra gorda va de shopping

Ir de compras en Londres en invierno
es un verdadero lastre para la mujer negra gorda
que va de tienda en tienda
en busca de alguna ropa que la acepte
bajo el clima tan frío.

Mira los delgados maniquíes congelados
que con una sonrisa fijan sus ojos en ella
y las vendedoras de caras bonitas
intercambian dietéticas miradas
pensando que ella no lo nota.

Señor, es agravante

Nada suave y brillante y ondulante
para lucir como una soleada brisa
cuando ella camina

La maldición de la mujer negra gorda en
       swahili/yoruba
y en lenguaje nativo bajo su respiración
mientras va andando y andando

La mujer negra gorda podría concluir
que cuando se trata de moda
la elección es escasa

No hay mucho más allá de la talla 14
                                               
Versión en español: Eduardo Dalter
***
CANCIÓN EN HONOR DE MI MADRE

Tú eras
agua para mí
profunda y audaz y penetrante

Tú eras
como el ojo de la luna para mí
atrayente y suave y envolvente

Tú eras
un alba para mí
ascendiente y cálida y fluyente

Tú eras
la roja agalla del pez para mí
el llameante ramaje del árbol para mí
la pata del cangrejo
el olor del plátano frito
                        llenándome llenándome

Ve a tus amplios futuros, me dijiste.
***
UN HURACÁN AZOTA A INGLATERRA

Se necesitó un huracán para acercarla más
al paisaje.
No pudo dormir la mitad de la noche,
la nave aullante del viento,
su creciente furia,
como un oscuro espectro ancestral,
aterrador y tranquilizante:

Háblame Huracán
Háblame Oya
Háblame Changó
y Hattie
mi prima barriendo en el hogar.

Dime ¿por qué visitas
una costa de Inglaterra?
¿Qué quieren decir
esas viejas lenguas
haciendo estragos
en nuevos lugares?

¿Esas luces cegadoras
que al  mismo tiempo
nos hacen cortocircuito
y nos hunden en más oscuridad?

¿Qué quieren decir los árboles
cayendo pesados como ballenas
—las nudosas raíces
sus tumbas como cráteres?
Oh ¿Por qué está mi corazón desencadenado?

Oya tropical del clima,
me estoy aliando contigo,
sigo el movimiento de tus vientos,
cabalgo el misterio de tu tormenta.

Ah, dulce misterio,
ven a romper el lago helado en mí,
agitando las raíces de los mismos árboles
en mis adentros.
Ven, hazme saber
que la tierra es la tierra es la tierra.

Traducciones de Nicolás Suescún

1 comentario:

Anónimo dijo...

El primer poema es vital y maravilloso. Parece cinematografico. Sandra

Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char